
Hoy, cuando hablamos de promoción turística, convivencia con residentes o gestión de flujos de visitantes, la pregunta clave ya no es qué datos tiene cada empresa, sino qué datos estamos dispuestos a poner en común para beneficio colectivo. Ese es el siguiente salto cualitativo del sector. De hecho, decir que los datos son el nuevo petróleo ya es un cliché. Más acertado sería decir que son una infraestructura básica del turismo, al mismo nivel que una carretera o un aeropuerto. Sin ellos, destinos y empresas trabajan a ciegas, confiando más en la intuición que en la evidencia.
El impacto de no disponer de información compartida se traduce en problemas tangibles: inversiones promocionales poco eficientes, saturación en determinados destinos o servicios públicos, pérdida de competitividad frente a destinos más ágiles. Al contrario, cuando el sector dispone de una cultura digital sólida y se apoya en datos fiables, las decisiones son más rápidas y eficaces, y el beneficio alcanza tanto al visitante como al residente.
Los destinos, un paso adelante
Durante años, los hoteles han trabajado con sus propios indicadores clave: ocupación, ADR, RevPAR… Un paso más adelante han estado los destinos, accediendo a estadísticas oficiales que llegaban con semanas o meses de retraso. El gran salto que se está produciendo ahora es el de la compartición en tiempo real de datos, con todas las garantías de anonimato y seguridad.
Un dato aislado tiene valor, sí. Pero cuando se agrega y se comparte, ese valor se multiplica. Los destinos pueden anticipar picos de demanda, equilibrar la promoción entre mercados, optimizar el uso de infraestructuras y servicios. Los hoteles, por su parte, se benefician de un contexto de mercado más claro que les permite ajustar sus estrategias de revenue con mayor confianza.
El caso de BIOnTrend
Un ejemplo en España en esta materia y que se está convirtiendo en referente es el proyecto BIOnTrend, una iniciativa de Hosbec en colaboración con Turismo Comunitat Valenciana y desarrollado por el grupo FINLEI. La idea es sencilla, pero disruptiva: que los hoteles de un destino cedan de forma anónima y automática los datos de su PMS a una plataforma central, que los agrega en tiempo real y los pone a disposición de hoteles y destinos.
Con este modelo, un hotel puede ver cómo evoluciona la demanda en su entorno, sin necesidad de esperar semanas a que un informe estadístico aparezca. Al mismo tiempo, el destino puede planificar mejor sus campañas de promoción, reaccionar ante un cambio repentino en los mercados emisores o tomar decisiones en materia de gestión de flujos.
El éxito del proyecto ha llevado a que se replique en otras comunidades autónomas. La primera en seguir la tendencia ha sido Andalucía. Su desarrollo cuenta con el papel clave de la Empresa Pública para la Gestión del Turismo y del Deporte, que ha apostado por esta herramienta como eje para mejorar la competitividad del destino. A su impulso se suman el Instituto Tecnológico Hotelero (ITH) y la Federación Andaluza de Hoteles y Alojamientos Turísticos (FAHAT), consolidando una red cada vez más amplia de hoteles y destinos conectados por los datos.
Este modelo es, además, una muestra de lo que significa la colaboración público-privada cuando se traduce en algo más que un concepto repetido hasta la saciedad. Aquí no se trata de declaraciones de intenciones, sino de construir un sistema en el que cada parte obtiene un beneficio tangible: los hoteles ganan visión de mercado, los destinos acceden a inteligencia en tiempo real para orientar mejor su gestión y promoción, y la administración refuerza la competitividad de todo el sector.

Del dato individual a la inteligencia colectiva
En este contexto, el papel de intermediarios confiables es fundamental. En nuestro caso, el equipo de Sextaplanta desempeña la función de nexo entre hoteles, PMS y la plataforma BIOnTrend en Andalucía. Nuestra labor es acompañar a cada parte en el proceso: informar a los hoteles sobre la utilidad del proyecto, resolver dudas técnicas con los PMS y ayudar a los destinos a interpretar correctamente la información. Pero traducir la tecnología a la realidad hotelera no es tarea menor. Muchos hoteles independientes todavía no han incorporado plenamente la cultura del dato, y necesitan apoyo para comprender que compartir no significa perder control, sino ganar visión de conjunto. Ese acompañamiento cercano es clave para generar la confianza que permite que el sistema funcione.
El turismo no puede permitirse seguir gestionando los datos de forma aislada. La competitividad ya no se juega solo en quién tiene mejor hotel, mejor web o mejores campañas de marketing, sino en quién sabe tejer redes de información compartida que permitan reaccionar antes y mejor.
Del dato compartido a la acción conjunta
Los próximos desafíos son demasiado grandes para abordarlos solos: sostenibilidad real de los destinos, convivencia con las comunidades locales, gestión inteligente de la movilidad, impacto del cambio climático o irrupción de la inteligencia artificial. Todos ellos requieren información precisa y actualizada. Y eso solo se consigue cuando hoteles, destinos y sector público unen fuerzas alrededor de los datos.
España tiene una posición privilegiada como potencia turística, y debe tomar la delantera en la gestión de datos. El siguiente nivel de competitividad pasa por construir una cultura digital en la que compartir datos sea la norma. Porque cuando los datos se convierten en un recurso común, la inteligencia colectiva del sector se multiplica.
En definitiva, el turismo español necesita abrazar este nuevo paradigma: más confianza, más colaboración y más cultura digital. Solo así podremos seguir siendo líderes y garantizar un modelo que beneficie tanto a los hoteles y destinos como a los residentes que lo hacen posible.
Imágenes cedidas: Campaign Creators en Unsplash