
Ya están presentadas las tres ofertas que todo el mundo sabía que se iban a presentar para comprar el 45 por ciento de TAP, la aerolínea portuguesa, de nuevo en proceso de privatización. Puede que aparezca algún otro candidato, pero, desde luego, sería una insensatez que el futuro propietario no estuviera entre los tres grandes grupos europeos (La matriz de Iberia se suma a la puja por TAP).
Si hacemos caso a lo que pretende el gobierno portugués, las posibilidades de que vaya a manos de Lufthansa son muy bajas porque ha demostrado allí donde va que anula toda la autonomía de la aerolínea local y traslada todo el poder de decisión a su central en Alemania. No es sólo que lo haga, es que lo dice, es que lo pregona, lo restriega por las narices (Lufthansa deja en nada la autonomía de sus filiales).
Por muchas razones operativas y de rutas, la aerolínea encaja mejor en IAG, pero eso no supone nada porque los franceses juegan fuerte, porque tienen peso en Bruselas y porque apuestan muy seriamente por Sudamérica (Lufthansa sigue los pasos de Air France y entra en la puja por TAP).
Pero TAP, para quien sea, tiene un problema: ¿qué quiere hacer el Estado portugués con sus acciones? Si quiere que sean una garantía de control, le bastaría una acción de oro; si quiere influir en las decisiones, no tiene necesidad desde el momento en que dirige la política aeronáutica del país; pero si quiere seguir mandando en el detalle, y si cabe la posibilidad de que se alíe con el cinco por ciento de las acciones restante, entonces TAP no es tan interesante. Hay que entender, no obstante, que el fracaso de la anterior privatización explica de alguna manera las cautelas de hoy.
ITA, de Italia, se vendió así, con una entrada minoritaria, pero con el compromiso de que el resto también pasarán a manos de Lufthansa, lo cual es aceptable para cualquier comprador. Sin embargo, Portugal no ha hablado de si realmente quiere privatizar la compañía o si quiere mantener algún tipo de intromisión. Incluso, da lo mismo lo que quiera hacer este Gobierno, sino cómo va a dejar jurídicamente la propiedad para que futuros gobiernos no tengan tentaciones.
