
El viajero de 2026 ya no se aloja, vive. El Changing Traveller Report, elaborado por SiteMinder a partir de 12.000 encuestas en 14 países, retrata un viajero más exigente, consciente y abierto a nuevas formas de relacionarse con el hotel. Busca bienestar, control y conexión emocional. Y, sobre todo, está dispuesto a pagar por ello.
El auge del hotel como espacio de experiencias

La cifra lo dice todo: el 77% de los viajeros pagaría más por alguna experiencia durante su estancia. Los servicios de spa (34%) y las experiencias gastronómicas o catas de vino (29%) encabezan la lista, seguidos por música en directo (25%) y actividades de aventura (24%). El viajero ya no concibe el alojamiento como un lugar donde descansar, sino como un entorno donde vivir momentos memorables.
Las clases de cocina cultural (18%) o de yoga y meditación (15%) reflejan también un deseo de aprendizaje y bienestar. Y, muy significativo, el 15% valora la posibilidad de disponer de espacios de trabajo premium o programas de mejora del sueño. El huésped combina placer y productividad: el “bleisure” (business + leisure) ya no es tendencia, es realidad.
El dato complementario refuerza esta idea: el 74% de los viajeros estaría dispuesto a pagar por servicios hoteleros sin alojarse. Restaurantes y rooftops (39,6%) o spas abiertos al público local (31,2%) consolidan un nuevo modelo de negocio: el hotel como centro de vida social, no como fortaleza reservada al huésped. El acceso libre a la piscina (33%) o los espacios de coworking con wifi (18,3%) también son atractivos para el cliente no alojado.
De hecho, el 73,9% de los viajeros está dispuesto a pagar por al menos una oferta hotelera sin alojarse, mientras que el 26,1% limita el uso del hotel exclusivamente al alojamiento nocturno.
Y, además, el consumo se orienta a lo sensorial y lo recreativo. Los viajeros prefieren experiencias ligadas al bienestar y el ocio frente a las meramente funcionales. Un recordatorio de que el futuro de la rentabilidad no está solo en la ocupación, sino en cómo se diversifica el gasto dentro del hotel.
La IA entra en escena: del marketing a la asistencia personalizada
Si el hotel se expande en lo físico, el viaje también lo hace en lo digital. La Inteligencia Artificial se ha convertido en un nuevo asistente del viajero. El 78% de los encuestados afirma que querría que la IA controlara o personalizara algunos aspectos de su viaje.

El primer dato es revelador: el 35% quiere que la IA controle sus hábitos de gasto y le alerte antes de superar el presupuesto, lo que convierte la gestión financiera en el principal punto de estrés durante un viaje. Le siguen la capacidad de recomendar restaurantes en función de sus hábitos alimenticios (30%) y la posibilidad de sugerir destinos u hoteles adaptados a su salud y energía (29%).
En resumen, el viajero quiere una IA que le acompañe, no que le sustituya. Quiere tecnología que prevenga el estrés, no que lo genere.
Este deseo es global, pero varía por regiones: los países asiáticos (China, Tailandia, India e Indonesia) muestran el mayor entusiasmo, con más del 90% de aceptación. En cambio, Canadá y Australia son los más reacios, con casi el 40% de viajeros que prefieren reservar sin IA. Una diferencia cultural que anticipa cómo evolucionará la personalización según los mercados.
Qué esperan de la IA al reservar en 2026
Cuando se pregunta qué capacidades de IA serán más valiosas en la reserva de alojamiento, los viajeros responden con pragmatismo:
- Control de precios y alertas de bajadas (44%)
- Detección de anuncios falsos o estafas (39%)
- Resúmenes automáticos de reseñas (39%)
- Recomendaciones basadas en el estilo del viajero (30%)
- Creación de itinerarios personalizados (29%)
El mensaje es claro: la IA no solo debe inspirar, sino proteger. El viajero de 2026 quiere transparencia y confianza, no solo comodidad. Por eso, la automatización más valorada no será la que acelere el proceso, sino la que garantice su fiabilidad.
Qué hace que un huésped vuelva
El estudio también aborda el factor de fidelización, donde se mantiene una jerarquía clásica, pero con matices reveladores.
La relación calidad-precio (66%) sigue siendo la principal razón para repetir estancia, seguida por la ubicación (51%) y la atención del personal (47%). Sin embargo, la experiencia memorable (37%) y los extras gratuitos (32%) empiezan a ganar peso.
El matiz más llamativo llega de España: el 59% de los viajeros afirma que el trato del personal es la razón principal para volver a un hotel, un récord absoluto entre los países analizados. En plena era digital, el servicio humano sigue siendo el ancla emocional de la fidelización.
El informe refleja además que la ubicación ha ganado peso frente al servicio respecto al año anterior, lo que puede deberse a la nueva demanda de escapadas más cortas y la influencia del teletrabajo, que revaloriza la accesibilidad.
Un retrato completo del viajero de 2026
El viajero del Changing Traveller Report 2026 es, en esencia, más consciente y más selectivo. Quiere experiencias transformadoras, pero también control sobre su tiempo, su salud y su dinero.
- Es explorador y local a la vez: disfruta de lo auténtico, pero exige comodidad.
- Es tecnológico, pero humano: confía en la IA para simplificar, no para decidir por él.
- Y es emocionalmente exigente: la conexión personal sigue siendo la clave del recuerdo.
El reto para los hoteleros será gestionar ese equilibrio: una hospitalidad más inteligente, pero sin perder la esencia.
Del alojamiento al ecosistema
El Changing Traveller Report 2026 no describe una moda pasajera, sino una transformación estructural del viaje. El hotel deja de ser un destino cerrado para convertirse en un ecosistema abierto, donde conviven huéspedes, locales y tecnología.
En ese nuevo escenario, las oportunidades son claras:
- Monetizar las experiencias sin perder autenticidad.
- Integrar la IA como herramienta de personalización y confianza.
- Redefinir la fidelidad a partir del servicio humano y la experiencia memorable.
El viajero de 2026 no busca un hotel donde quedarse, sino una historia que contar cuando se marche.
Imágenes cedidas: Alessandro D’Antonio en Unsplash