
La legislación de Estados Unidos tiene la figura desconocida en Europa del cierre del Gobierno, el cual ocurre cuando no se aprueban los presupuestos.
En este caso, todo lo que depende del Gobierno se paraliza, pero en el caso del tráfico aéreo –como el de la policía o el ejército, por ejemplo– se considera personal esencial y tiene el mandato de seguir trabajando, aunque no cobra salarios mientras tanto.
Esto asegura que los aviones puedan seguir sobrevolando Estados Unidos y que sus aeropuertos funcionen.
Pero se trata de la superficie, porque es evidente que unos trabajadores que no están siendo pagados empiezan a tener una situación de evidente ansiedad. Esto puede conducir a muchas alteraciones en la operación aérea normal.
En 2018 hubo otro cierre del Gobierno y entonces hubo muchas alteraciones en los programas de vuelos, atribuibles a falta de plantilla.
Por otro lado, toda la contratación y formación de personal, incluido los del tráfico aéreo, queda suspendida hasta el fin del conflicto.
La FAA, el máximo organismo de control de la aviación americana, también está paralizada. No se inspecciona, no se certifican aviones y todo queda congelado.