
Un operador turístico no autorizado está comercializando al menos una veintena de propiedades en Mallorca para uso vacacional sin disponer de licencia turística válida, según la documentación recopilada en plataformas como Booking y Airbnb a la que ha podido tener acceso Preferente.
El nombre completo del anfitrión señalado es Francisco Jesús Garrido Sánchez, empresario de Llucmajor. Según los registros mercantiles, figura como socio único y administrador en al menos nueve sociedades con denominaciones diversas, entre ellas Production Mallorca Villas Company, creada en junio de 2025, además de varias constituidas en los últimos años en sectores vinculados al ocio y la promoción turística.
En varios de los anuncios detectados, las viviendas figuran con números de registro que en realidad pertenecen a otras casas, en una práctica considerada como usurpación de licencias. Los datos analizados muestran villas ubicadas en distintas localidades de la isla, entre ellas Llucmajor, Valldemossa, Artà, Alcúdia y Palma, con capacidades que llegan hasta los 25 huéspedes.
Llama la atención que se le permita ejercer su actividad de manera completamente visible en los mismos canales de venta que utilizan los hoteles y otras empresas legales del sector. Las direcciones reales de los inmuebles, junto con los enlaces de reserva, permanecen accesibles al público. La oferta incluye nombres comerciales como “Villa Copacabana”, “Villa Sofía” o “Villa Milenaria”, todas ellas sin autorización reconocida para uso turístico.
Fuentes de la inspección turística vinculada al Govern de Baleares confirman a Diario de Mallorca que “tiene muchas actas de infracción. Todos los inspectores le hemos levantado alguna”. Sin embargo, explican que “el problema es que no hay instructores suficientes y caducan”, lo que dificulta “que le lleguen las notificaciones. Le debe salir a cuenta pagar las multas”.
Con todo ello, los registros disponibles apuntan a que detrás de los anuncios figuran distintos supuestos explotadores, aunque la operativa se centraliza bajo la gestión de un mismo anfitrión. En paralelo, el negocio funciona con la apariencia de una empresa hotelera, sin cumplir con los requisitos de seguridad, control ni fiscalidad que exige la normativa balear.