
Tras la publicación del informe preliminar sobre las causas del accidente del avión de Air India del pasado mes de junio, que costó la vida de 241 de las 242 personas que viajaban a bordo, más otros 19 en tierra, las aguas se han ido calmando, pero, al mismo tiempo, la reflexión y recogida de datos han alimentado otras teorías (“Cuida de mi padre”, dijo el piloto de Air India al marcharse de casa).
Los hechos son inequívocos: los dos motores se pararon por falta de combustible. La cuestión es por qué se interrumpió el suministro de combustible. La idea de que uno de los pilotos pudiera haber sido responsable pierde fuerza estudiando las incontables cautelas que tienen los mandos con los que se puede llevar a cabo ese cambio en la situación del avión. Igualmente, se da por descartado que eso se pueda producir en los dos motores en tan poco tiempo. Y tampoco cuadra que el equipo de generación eléctrica RAT se desplegara tan pronto y las declaraciones del único superviviente apuntan a un fallo muy al inicio del vuelo.
El abogado Mike Andrews, que representa a cien familias afectadas, afirma que hay que descartar un error de los pilotos o un sabotaje y pensar en un fallo técnico del avión. Dice que este modelo de avión siempre ha tenido problemas de fontanería, con el agua de los lavabos, que ha provocado incontables problemas y que se filtraba sobre los equipos electrónicos, especialmente sobre el ordenador que controla el avión, llamado Fadec (112 pilotos de Air India pidieron la baja tras el accidente de junio).
Fadec es un ordenador muy sofisticado que controla el funcionamiento del motor haciendo todos los cálculos para optimizar el funcionamiento. Andrews cree que el agua pudo haber provocado un reseteo fatal del ordenador en ese momento del vuelo, obligando a la pérdida de potencia.
Curiosamente, la FAA americana había dado una orden para controlar esas filtraciones de agua, pero no le había dado urgencia.