
Vueling, la aerolínea low-cost del grupo IAG, retira tres de los cuatro aviones que tiene basado en Roma Fiumicino, cancelando con ello cinco rutas y despidiendo a 82 de los 122 empleados de este centro de trabajo (Vueling se refuerza en Florencia tras el acuerdo entre ITA y Lufthansa).
Los afectados son 56 auxiliares de vuelo, 14 comandantes y 12 primeros oficiales, resultado de la cancelación definitiva de las rutas desde Roma a París Orly, a Londres Gatwick, a la isla griega de Santorini, a Valencia y Málaga. Vueling no cancela su presencia en este aeropuerto dado que sigue operando con un avión. Igualmente, la base de Florencia, menos importante, se mantiene como hasta ahora.
La compañía, obviamente, aplica esta medida por razones de rentabilidad, lo cual se puede leer en el confuso comunicado emitido que dice que se hace esto “para competir en el cada vez más competitivo mercado mundial de la aviación comercial, para lo que se necesita una compañía más eficiente y ágil”.
Como indica el marketing contemporáneo, Vueling explica que el objetivo es “fortalecer su posición” en mercados clave, de lo que podría pensarse que Roma no es clave.
Italia, muy especialmente desde la pandemia, es el país de Europa con la competencia más feroz, donde Easyjet, Volotea, Wizz Air y sobre todo Ryanair se disputan el mercado que en buena medida dejó vacío Alitalia y que ITA no ha conseguido recuperar.