
Sin novedad en el frente ferroviario, al menos en Atocha: retrasos considerables, demoras sin explicaciones, enlaces perdidos… El estrés de este sábado 13 ha sido llevadero, la verdad: el tren de Iryo a Málaga salió solo una hora más tarde del horario previsto.
Unas obras en Puertollano es la razón de la salida tardía, dice uno de los empleados. O las obras de Puertollano son eternas o se buscan otras excusas. Igual acontece con La Sagra, donde siempre pasa algo. Sucede como con la amiga cubana de un amigo de Ciudad Real: siempre tenía roto o el frigorífico o la lavadora.
Los principales destinos quedaron muy saturados tras la liberación del mercado ferroviario. Las infraestructuras viarias y los edificios no estaban ni están preparados para tanto trasiego y elevada demanda. Desplazarse a Madrid, Barcelona, Sevilla y Málaga es una odisea.
Coger el tren en Chamartín es una aventura (hay que hacer una excursión a la parada de taxis). Las estaciones de Santa Justa y María Zambrano se han quedado muy pequeñas, sobre todo la sevillana. Y en Málaga el acceso es demencial.
Viajar en tren a Ávila también es cansino por las numerosas paradas que hay desde la estación de Príncipe Pío hasta la de la ciudad amurallada. Y ojo: entre andén y andén el espacio es mínimo, muy estrecho, y el día menos pensado puede haber un accidente grave.
De todo el caos no se le puede culpar al ministro Puente, aunque él con sus desmentidos pueriles y con sus ansias de atizar al contrario hacen que se focalicen los males en su gestión. Transportes y las autoridades autonómicas y municipales deberían dejar de lado sus rivalidades por el bien de los usuarios, o sea, los que los mantienen.
El director del diario Ideal organizó hace un par de años un encuentro con el ministro y las fuerzas vivas granadinas y andaluzas. Olvidémonos de rencillas y trabajemos unidos por el bien común, vino a decir Chirino. Unos 24 meses después de aquel encuentro en Granada, el mismo director título en una portada totalmente en negro: ¡Hartazgo!.
El problema de los transportes en España, otrora ejemplar, no es tan complejo como el de la inmigración u otros de gran calado; solo se trata de poner un poco de sensatez, imaginación y voluntad. Y presupuesto, claro.
(El tren de Iryo que nos lleva a Málaga, por cierto, acaba de pasar por Puertollano, donde se ha cruzado con un Ouigo, y no hemos visto obra alguna a los lados de las vías. ¡Qué paciencia la de los pasajeros!)