
Apenas se produce la invasión de Ucrania en febrero de 2022, y tras el bloqueo total de Occidente a la aviación de ese país, el Kremlin se reunió con su otrora poderosa industria de la aviación y anunció que para ese fin de año estarían saliendo al mercado los primeros aviones de fabricación íntegramente rusa, con lo que el bloqueo occidental no tendría importancia (Rusia perderá 200 aviones de Boeing y Airbus).
El plazo se ha superado ampliamente y todavía no ha salido ni un avión de nueva generación, aunque el Yakolev MC21 parece ahora sí estar cerca de que su primer ejemplar empiece a volar (Fracaso total de Rusia con la producción de aviones propios).
Rusia está desesperada por aviones. En 2021 introdujo 52 aviones nuevos, 27 de Airbus, 3 de Boeing y 22 Sukhoi propios, pero con muchos componentes occidentales. En cambio, en los tres años siguientes, hasta ahora, sólo se incorporaron 13 aviones, 12 Sukhoi que estaban ya a medio construir cuando el bloqueo y un Tupolev Tu214, que encima es un avión destinado al uso del viceprimer ministro, Denis Manturov.
Cada pocos meses, el presidente Putin se reúne con los líderes de la industria y cambia a la baja los objetivos de producción, en una interminable saga de rectificaciones que únicamente demuestran impotencia. Siempre hay una excusa que jamás es la incapacidad. Lo último es la subida de los tipos de interés que habría complicado la financiación de los nuevos aviones.
En la primera reunión tras la invasión de Ucrania, se dijo que en 2024 se entregarían 171 aviones nuevos; a mitad del año pasado se acordó que sólo se entregarían 21 aviones y la realidad a día de hoy es que no se ha entregado ninguno.
El MC21 está listo, pero ahora tiene un problema: al haberse empleado sólo materiales rusos, el avión pesa mucho más, consume mucho más, y reduce su radio de operaciones, por lo que las aerolíneas no tienen mucho interés en comprarlo. En todo caso, aunque el MC21 está acabado, se va a empezar a producir en 2026, aún con más retraso.