
Qué mayor paradoja que los turistas exijan que sus viajes sólo incluyan hoteles sostenibles, cuando ellos mismos son el problema, especialmente si viajan masivamente. Pero es lo que hay y los propietarios de los hoteles responden urgentemente con toda clase de acciones que van desde no lavar las toallas cada día hasta reciclar el agua para los jardines. Es el negocio y los imperativos de mercado hay que cumplirlos.
Esos mismos turistas, los que exigen que sus hoteles sean sensibles, los que pagan grandes cantidades, los que quieren un guía que conozca de qué habla, de ninguna manera quieren que sus viajes, que sus visitas, sean objeto de críticas, se califiquen como contrarias a la convivencia. Ellos quieren entender el problema, no ser el problema. Y eso lo saben los mayoristas del turismo, especialmente si trabajan con segmentos altos del mercado. Este es un riesgo y muy grave para su negocio. No pueden permitirse jugar con la mala imagen. No es sólo lo que piensan los residentes de los lugares visitados; son sus clientes, los que pagan, quienes han de estar satisfechos.
Por eso los responsables de las principales organizaciones están cambiando trayectos para evitar aglomeraciones. G Adventures, un mayorista americano, intenta desviar sus clientes de los trayectos populares, dice su vicepresidente, Yves Marceau a The Travel Weekly. Sus clientes están el tiempo mínimo tanto en Barcelona como en Roma y hacen contribuciones a la comunidad, por ejemplo que los guías sean inmigrantes, aunque no sabemos si ilegales. “Les mostramos la experiencia de la interculturalidad en Roma, cosa que rara vez se ve” añade.
Intrepid Travel lleva a sus clientes a ver la maravillosa muralla de Dubrovnik, pero a horas en las que no hay casi nadie. En la costa amalfitana, se ha suprimido Positano por Minori. Como los viajeros no han visto Positano, no pueden lamentar lo que se pierden, incluso saturado.
En Venecia hacen lo mismo, aunque ya me dirán cómo diantres pueden evitar la Piazza de San Marco o el puente Rialto. En cambio, en lugar de Santorini van a Syros o Tinos, que no son lo mismo pero conservan la esencia del Egeo y sin las multitudes de Mikonos o Santorini.
Hay otros mayoristas que no quieren líos y directamente abandonan los viajes a lugares saturados. En su lugar, llevan a sus clientes al Duero portugués o al Alentejo. “Nuestros especialistas hablan con los clientes y les explican que hay itinerarios mucho más placenteros” dice el responsible de esta organización.