
Maquinistas de Renfe advirtieron hace al menos tres meses sobre la necesidad de reducir la velocidad de los trenes en varios tramos de la red ferroviaria por el mal estado de las vías. Documentos internos fechados en mayo y a los que ha tenido acceso Vozpópuli recogen recomendaciones para limitar la velocidad a 200 o 250 km/h en la línea 30, que conecta Córdoba con Málaga, en lugar de los hasta 350 km/h que permiten algunas unidades.
Las comunicaciones, remitidas por varios conductores de las series Talgo 110, 112 y 108, apuntan a que estos modelos, por su menor peso, son más sensibles a las irregularidades de la infraestructura. Un informe señala que las inestabilidades “afectan sobre todo a las series 102 y 112, dado que su peso es significativamente menor que otras series de Renfe u operadores privados”. Igualmente, otro maquinista advierte que “se debería valorar la velocidad máxima de las series 102/112 en la línea 30 en las condiciones actuales de la infraestructura”.
Entre los incidentes registrados, se describe la “inestabilidad de rodadura nivel 1” detectada hasta en cuatro ocasiones en la línea 30 y una vez en el kilómetro 178 de la línea 10, provocando el freno de servicio durante unos segundos. En estos casos, el maquinista adoptó “medidas de reducción de velocidad en los tramos de la línea 30 en los que se ha comunicado reiteradamente presencia de baches”, notificándolo a los centros de control y dejando constancia en el libro de averías.
Fuentes del sector señalan que el deterioro de la vía se relaciona con una falta de mantenimiento y con el aumento del tráfico tras la liberalización del transporte ferroviario, que ha incrementado la circulación con la entrada de operadores como Iryo y Ouigo. Ninguna compañía ha querido pronunciarse sobre el asunto, mientras que desde la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria se recuerda que es este organismo quien establece las velocidades máximas permitidas.
Por otro lado, cabe recordar que el Sindicato Español de Maquinistas Ferroviarios (SEMAF) solicitó recientemente reducir la velocidad de los trenes de alta velocidad de 300 km/h a 250 km/h para minimizar los efectos de las imperfecciones en las vías. A su juicio, las vibraciones provocadas generan “muchísimos botes” y pueden dañar componentes como los bogies.