
Wizz Air lleva desde antes de la pandemia perdiendo dinero. Primero por el Covid, como es lógico. Después porque su dirección se equivocó en el aseguramiento del precio del combustible. Después porque sus aviones en su mayoría estuvieron afectados por la avería masiva de los motores Pratt and Whitney. Después porque ha habido muchos conflictos en el Cercano Oriente, territorio en el que la aerolínea tiene muchos intereses. Y ahora porque la filial en Abu Dabi fue un fiasco.
Sus accionistas recuerdan que se lo deben todo a Jozsef Varadi, quien fue capaz de abrirse paso en el este de Europa y construir una low cost viable. Pero también entienden que estos seis años de pérdidas se deben al propio Varadi, con lo que la paciencia tiene un límite (Wizz Air suma otro traspié: ahora parada en Abu Dabi).
El consejero delegado ha tomado una decisión que es muy realista: cerrar la filial de Abu Dabi que era una máquina de perder dinero y volver a apostar por su mercado tradicional, el este de Europa, donde va a destinar la mayor parte de los aviones que estaban en los emiratos (El fracaso de Wizz Air: abandona Abu Dhabi).
Pero ahora anuncia además que en dos años va a cambiar completamente la compañía, para que sea rentable de nuevo. No le queda mucho más tiempo, por más que los accionistas le de palmadas en el hombro.
Realista, Varadi dice que “los accionistas necesitan ver mejoras importantes para convencerse”. Sólo este año, las acciones de Wizz Air cayeron otro 4,6 por ciento y hoy valen un tercio de lo que valían antes de la pandemia.
Además, apunta que va a simplificar las rutas. Toman como centro el este de Europa. Preguntado sobre la oportunidad de irse a Abu Dabi, dijo que “tal vez tendríamos que recalibrar nuestro apetito por el riesgo”.
Wizz Air tiene entre el 26 y el 30 por ciento del mercado en el este de Europa, y sufre para extenderse al oeste por la competencia de Easyjet y, sobre todo, Ryanair. Ahora quiere centrar en lo que conoce y duplicar su presencia allí. Dos años se da de plazo.