
Los beneficios del grupo IAG (British Airways, Aer Lingus, Iberia, Vueling y Level) durante el segundo cuatrimestre de este año fueron de 1.680 millones de euros, un 35 por ciento más de los del año anterior. El mismo dato en el caso del grupo Lufthansa (Air Brussels, Swiss, Austrian, ITA, Eurowings, Discover y Lufthansa) es de mil millones, mientras que Air France KLM (Transavia, KLM y Air France) está en 900 millones (IAG dispara el beneficio un 44% y ve robustez en la demanda).
Los beneficios de un grupo empresarial dependen de dos grandes componentes: los ordinarios, resultado de la explotación normal de su actividad principal, y los extraordinarios, resultado de sus operaciones excepcionales como las ventas de activos o revalorizaciones por razones cambiarias. En este caso, no hay nada excepcional, salvo en el caso de Lufthansa, que tiene algunos beneficios derivados de cuestiones cambiarias.
En todo caso, desde la pandemia, en menor medida, la tónica viene apuntando igual: IAG supera a sus rivales, seguida por Lufthansa con sus aerolíneas y finalmente Air France KLM con las suyas. Lo único que ha ido cambiando es que IAG se ha hecho un poco más fuerte, como se aprecia además en la fuerte revalorización de sus acciones en Bolsa.
El grupo de Air France ha mejorado muy lentamente. Sobre todo Air France. Pero cuando esta logra mejores resultados, KLM empeora. Ahora, el grupo está en vías de incorporar a SAS, que ha mejorado –estaba en la quiebra– pero que tiene un largo camino por delante. En cambio, Lufthansa empeora desde la pandemia, con errores graves como toda la saga de los asientos Allegris o el desastre de la gestión de flota que obliga a la compañía a seguir volando con aviones 747, evidentemente muy desfasados y con costes que no son competitivos (Otro desastre de Lufthansa: los 787 nuevos no vuelan).