
Desde hace un tiempo, estaba claro que el futuro de Air Europa no estaría dentro del grupo IAG, de Iberia. Ahora también vemos que no estará dentro de Air France y KLM, tras una ruptura un tanto atípica. Y tampoco pinta bien en la negociación con Lufthansa, no sólo por los Hidalgo. Ahora el futuro de Air Europa pasa por una presencia minoritaria (no puede ser de otra manera dada la legislación europea) de Turkish o de Etihad en su capital, con el control familiar (Air Europa: Etihad se ofrece con Hidalgo en Turquía).
Es decir que al final, Europa no va a quedar conformada por tres grandes grupos de aerolíneas de largo radio, sino que aún sobrevivirá una aerolínea, pequeña, basada en España, con los Hidalgo al frente. Y lo que finalmente ocurra con TAP Air Portugal, que sí parece acabará integrada con las grandes europeas, aunque no sabemos cuál.
En un proceso constante de consolidación, con la necesidad de economías de escala, resulta difícil entender qué busca la propiedad de Air Europa. Lo que parecía razonable era la integración en uno de los tres grandes, cosa que ahora no ocurrirá. La coordinación de los intereses de los dos nuevos socios potenciales parece infinitamente menos viable que en el caso de las europeas.
Pero eso es Air Europa: una caja de sorpresas en la que los Hidalgo cada día tienen una idea nueva. Y una gestión como corresponde a personajes como Javier Hidalgo. Y no lo olvidemos: la gestión de Air Europa siempre fue errática, salvada por la campana, por la capacidad de los propietarios para conseguir ayudas de última hora, por lo que vemos no siempre ejemplar.
En todo caso, esto tiene un ganador: Iberia e IAG. Para la primera aerolínea española, en su gran estrategia, lo más complicado era competir frontalmente cara a cara con Air France o con Lufthansa en su territorio prioritario, Sudamérica. Y eso por el momento lo evita, teniendo que concentrarse en su propia política de crecimiento y en sus capacidades. Algo bueno sale de la errática actitud de los Hidalgo.