
La acepción positiva que hace la RAE para definir desmadre es la que usamos para esta información: caos, desorden, abuso, etc. La parte negativa del término la obviamos porque es similar a lupanar: putiferio. Quede, pues, constancia: Paradores no es una casa de putas, pero sí un desastre, un dislate, un exceso.
La red de alojamientos estatales siempre ha sido un desastre tanto con el PSOE como en el PP. Nunca ha ganado dinero y jamás estuvo bien gestionada. Una de las razones de su despropósito radica en que es un refugio de políticos sin la más mínima experiencia en el sector turístico (Política, no profesionalidad).
Paradores está estos días en boca de todos por la supuesta fiesta del exministro de Transportes con meretrices en uno de sus establecimientos, el de Teruel. Ábalos lo niega rotundamente, pero la fama le precede y en su propio partido dudan del que fuera segundo cargo más poderoso del Partido Socialista.
Por lo que sabe Preferente, hay más datos en poder de un par de digitales nacionales acerca de la presunta movida nocturna en el Parador aragonés. La vida de Ábalos da para una novela de Mario Vargas Llosa o Arturo Pérez Reverte. Esa fiesta, de existir, se asemejaría a la de Roldán en una de las habitaciones del hotel Victoria de Palma.
Pero obviemos las vivencias personales del exministro de Transportes, aun cuando es difícil disociarla del cargo que ocupó (intervino en el rescate de Air Europa), y centrémonos en la gestión profesional de los gestores de la empresa pública de alojamiento. Que Paradores da, lamentablemente, para mucho.
El presidente del Gobierno es el que nombra personalmente al presidente/a de Paradores. No el ministro/a, ni siquiera el secretario/a de Estado de Turismo, sino el alto mandatario ungido por el Parlamento. Como si el presidente de Paradores fuera el ministro de Exteriores o de Defensa. Eso sí, con más del doble de sueldo.
Otro desatino es construir Paradores en zonas saturadas de hoteles, tal cual se está haciendo en Ibiza capital. Allí, en Dalt Vila, emergerá un establecimiento público de la red del Estado por empeño personal de un exdiputado socialista muy activo y simpático pero desacertado, Antoni Costa.
Ni el PP ni el PSOE han dado o han querido dar con la tecla que sirva para solventar las carencias de Paradores. Con Isabel Borrego de secretaria de Estado, nombrada por imposición del PP balear, hubo un intento loable de un equipo de Turespaña para poner orden en el caos. A Borrego le entró la propuesta por un oído y le salió por el otro.
La exmujer de Rato estuvo una temporada al frente de Paradores. Tenía experiencia en Turismo por haber ejercido de directora general en la Comunidad madrileña. Pero “Gela” Alarcó no tenía formación empresarial en el sector y se necesitaba mucha para afrontar la herencia de sus antecesores.
El Gobierno de Zapatero dejó a Paradores hecho unos zorros, en caída libre. Los sucesores (PP) no lo hicieron tan mal, pero se mostraron incapaces de arreglar el desconcierto. Y tampoco hubo mucho interés en darle salida a una empresa pública que ronda el centenar de establecimientos.
Paradores presenta unas cuentas que no se ajustan a la realidad. Los presidentes hablan de beneficios, pero no aluden a las ayudas del Estado, como las obras de remodelaciones. Unas obras que, por exótico que resulte decirlo, paga la entidad dedicada a promocionar España en el extranjero. Es propiedad de Patrimonio, pero paga Turespaña…
La presidencia de Paradores es un gran premio para los elegidos, un chollazo. Se llamen Oscar, Pedro, Raquel o Periquillo de los palotes. El peor fue Miguel Martínez, un diputado leonés que no sabía hacer la o con un canuto. Pedro Saura tenía más formación que su antecesor y que su sucesora, pero pasó sin pena ni gloria.
Raquel Sánchez, la actual presidenta, trabaja en Paradores tres días a la semana. La exministra de Transportes está en su despacho de lunes a miércoles y el jueves se busca una excusa, a veces la más inverosímil, para irse a su casa en Cataluña. El presidente la premió como a otros tantos miembros destacados del PSC (Viajes constantes y de larga estancia de la presidenta de Paradores a Barcelona).
Ricardo Mar, exjefe de gabinete de José Luis Ábalos en el ministerio de Fomento, es en la actualidad secretario general de Paradores. Mar acompañó a Ábalos, Koldo y Aldama en diversas reuniones con personas de dudosa calaña. Paradores es un desmadre y no tiene visos de solución.
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