Italia es uno de los países en los que Wizz Air tiene más presencia. Y también donde es más polémica. El último escándalo en todo caso es difícilmente explicable. Y tiene dos vertientes.
El pasado 15 de agosto, un vuelo de Roma a Madeira llegó a Funchal y no pudo aterrizar por los fuertes vientos. De hecho, ese día muchos aviones no aterrizaron. En España, Vueling fue protagonista de un hecho similar.
El avión de Wizz Air regresó a Europa continental y aterrizó en Faro, Portugal. Los viajeros dicen que tuvieron que dormir esa noche en el aeropuerto porque la low cost no les ofreció nada, lo cual tiene la explicación de que todos los hoteles probablemente estaban llenos en el momento de más demanda del año. Al día siguiente, el avión volvió a volar a Madeira con el pasaje, pero el piloto no aterrizó. Los viajeros dicen “el piloto” porque al día siguiente sí que otras aerolíneas aterrizaban. El avión volvió a Faro. Allí desembarcaron y la aeronave se marchó a Roma sin nadie a bordo. Los pasajeros tuvieron que volver como pudieron. Quien cuenta la historia viajó hasta Sevilla y de allí a Italia. Los demás se las arreglaron de aquella manera, sin poder disfrutar de sus vacaciones.
Pero el escándalo fue más grave porque en Madeira ese día 15 había más de 215 viajeros que debían de haber subido en ese avión de regreso a Roma y que estuvieron tres días absolutamente sin ningún contacto con la aerolínea. Finalmente, el ministerio de Asuntos Exteriores italiano presionó y consiguió que Wizz Air enviara un avión tres días después, transportando a todos los pasajeros. Incluso los que habían tenido que comprar un billete recibieron una promesa de reembolso.
La compañía, haciendo como si ese vuelo no fuera el resultado de la presión del Gobierno, culpa de todo al mal tiempo, diciendo que “para nosotros la seguridad es lo primero”.
El escándalo implicó al embajador en Lisboa, Claudio Miscia, y al ministro Antonio Tajani, que creó una unidad de seguimiento. El Gobierno exigió que tampoco los ocho pasajeros que Wizz Air embarcó para Varsovia y que debían volver desde esa ciudad a Roma, tuvieran que pagar nada.
El Gobierno le envió la policía (la Guardia di Finanza) a Wizz Air porque, según dice en una nota de prensa, la compañía estaba ilocalizable. Las organizaciones de consumidores denuncian que “es un episodio muy serio no sólo por la cancelación del vuelo sino por el tratamiento dado a los pasajeros, que no recibieron ni asistencia ni información”.