Hidalgo dijo a un medio amigo que estaba contento por sus nietos. A otro también afín, que su alegría era por España, por Madrid y por los usuarios. El día de la renuncia de Iberia, JJH se olvidó de sus trabajadores. Un lapsus lo tiene cualquiera. Los mortales somos humanos y cometemos errores. O no. La familia, lo primero. La patria, después. A continuación, la capital de un Reino en extinción. Y, por último, los pasajeros. Juan José Hidalgo tiene una memoria selectiva. ¿Dijo lo que dijo consciente de lo que decía? Sus nietos… su país… su querido Madrid… y sus clientes… (Hidalgo, eufórico tras el fiasco de Iberia: “Me da alegría por mis nietos”).
Obviamente, el presidente de Air Europa no estuvo amnésico con la viabilidad de la aerolínea sin Iberia. Hidalgo padre manifestó que pueden sacarla adelante por sí solos. Así también lo considera su cúpula directiva en una misiva enviada la prensa. Pero Hidalgo, Nuño, Clark, Javier, María José, Cristina y tutti quanti saben que es misión imposible. Porque la deuda es difícil de asumir. Porque los hijos están por la labor de vender y el patriarca no es eterno. Porque más vale dinero en mano que ciento volando. Porque la aviación es un negocio complejo y la competencia es cada vez mayor. Y, sí, porque Air Europa está marcada política y socialmente por el caso Begoña, tenga o no recorrido penal (Dolor y gloria en la familia Hidalgo al evaporarse Iberia).
Hay que devolver el crédito ICO. Y el dinero de la ayuda de la SEPI. Y pagar los intereses. Y tener en cuenta que este año no va a ser tan bueno como el pasado. Y el próximo, peor aún. Y el Estado está dentro de la compañía. E Iberia será un duro competidor, aún más, tras las trabas de la Unión Europea. O sea, un escenario complicado. Si realmente está contento por sus nietos, cuando más pronto venda será mejor para la familia. Al menos para los padres de sus “enanos”. Que lo de España, Madrid y usuarios suena a cuento chino. O más bien un cuento de la lechera galo-neerlandés…