Es bien conocido que media Mallorca tiene viviendas vacacionales en alquiler. Muy pocos se escapan. Incluso entre los que se manifiestan contra el turismo. No hay un político que se atreva a tocar esto porque se trata de un río de votos que nadie quiere perder. Tampoco la izquierda que acude a las manifestaciones antiturismo, que ha presentado 200 propuestas, menos la de regular el negocio que realmente ha cambiado el impacto del turismo en la sociedad.
El Forum de la Societat Civil, que es la gente de la izquierda que está movilizándose contra el turismo, ha propuesto 200 medidas, en general de escaso impacto y dudosa viabilidad como que los extranjeros no puedan comprar una vivienda en Baleares. En realidad, en muchos lugares de las islas, durante el franquismo, estaba en vigor esta prohibición que se saltaba fácilmente constituyendo una sociedad mercantil que, lógicamente, al ser española, podía llevar a cabo la operación de compra de una vivienda.
La misma gente propone que no haya viviendas vacacionales en edificios de propiedad horizontal, lo cual ya está prohibido, aunque nadie lo cumpla. Igualmente, reclaman que se deje de hacer promoción turística y que se reconviertan hoteles antiguos en viviendas, algo a lo que siempre se opusieron porque los propietarios de esos hoteles son precisamente los hoteleros, al final los únicos enemigos de este movimiento.
Pero el punto crítico, el que ha inundado los pueblos de Baleares de turistas, el que ha propiciando una invasión de coches de alquiler, que es la vivienda vacacional en casas de pueblo, no se toca. En ningún caso. Y son más de 120 mil viviendas, con un impacto intenso en el mercado, como es lógico en una autonomía de un millón de habitantes.