Este verano el Etna no se ha tomado vacaciones y cada día provoca un susto. El martes, las nubes de cenizas alcanzaban los ocho kilómetros de altura, lo que hacía que el aire del este de la isla de Sicilia esté en pésimas condiciones para que los aviones puedan volar. Por eso se han suspendido casi todas las operaciones en el aeropuerto Fontanarosa de la ciudad (Erupción del Etna y cierre del aeropuerto siciliano de Catania).
La situación es tan importante que el aeropuerto no ha sido capaz de hacer una previsión de cuándo se podrían normalizar los vuelos. Mientras tanto, Palermo, más lejos, y por supuesto Comiso, operan normalmente. Del otro lado del estrecho de Messina tampoco hay problemas.
Es la segunda vez que ocurre esto en estas semanas, aunque la última vez se trató de una lluvia de cenizas que dejó la pista impracticable. Ahora es el aire.
Los viajeros han sido instruidos para no ir al aeropuerto sin antes comprobar si su vuelo va a operar. Toda la mañana los vuelos fueron cancelados, hasta las cuatro y los que estaban volando se redirigieron a otros aeropuertos.
El aeropuerto de Catania está relativamente habituado a estos incidentes dado que la ciudad prácticamente se ha edificado en las faldas del Etna, el volcán más activo de Europa. A lo largo de la historia, son frecuentes los episodios de violencia sísmica en la ciudad y su entorno.