
El 2025 arrancó con una sucesión de accidentes aéreos que volvieron a colocar la seguridad de los vuelos domésticos en el centro del debate público. Imágenes impactantes, investigaciones abiertas y víctimas mortales alimentaron una sensación de inquietud entre los pasajeros, pese a que los expertos insisten en que la aviación comercial sigue siendo uno de los medios de transporte más seguros del mundo.
El 28 de enero, un Airbus A321 de Air Busan se incendió en el aeropuerto internacional de Gimhae, en Corea del Sur, justo antes del despegue. El fuego, iniciado en la parte trasera del avión, dañó gravemente el fuselaje, aunque alas y motores permanecieron intactos. Las 176 personas a bordo fueron evacuadas por los toboganes de emergencia. Hubo siete heridos, la mayoría leves. El episodio, aunque aparatoso, volvió a demostrar la eficacia de los protocolos de evacuación y de la respuesta de la tripulación.
Un día después, Estados Unidos vivía el accidente más grave de su aviación comercial en más de una década. Un Bombardier CRJ7 de American Eagle, subsidiaria de American Airlines, que cubría el vuelo 5342 entre Wichita y Washington, colisionó en el aire con un helicóptero militar Black Hawk durante la aproximación al aeropuerto Ronald Reagan. El avión cayó al río Potomac con 64 personas a bordo. Las autoridades confirmaron que no hubo supervivientes y abrieron una investigación para esclarecer una cadena de errores poco habitual en un espacio aéreo altamente controlado.
En febrero, un avión de Delta Airlines protagonizó otro incidente al aterrizar en Toronto. La aeronave terminó volcada sobre la pista, una escena que recorrió el mundo en minutos. No hubo fallecidos, un dato que volvió a subrayar la resistencia estructural de los aviones modernos y la preparación de las tripulaciones ante situaciones extremas.
El accidente más grave del año ocurrió en la India, cuando un Boeing 787-8 de Air India se estrelló dejando 260 víctimas mortales. Fuente: Archivo Hosteltur.
Sin embargo, el golpe más duro llegó el 12 de junio en la India. Un Boeing 787-8 Dreamliner de Air India, con destino a Londres, sufrió un corte repentino de combustible segundos después del despegue en Ahmedabad. Tras emitir un “mayday”, el avión se estrelló contra instalaciones de una facultad de medicina. Murieron 241 de las 242 personas a bordo y 19 en tierra. Fue el accidente más mortífero del país en casi 30 años y uno de los más graves a nivel mundial en más de una década.
Estos sucesos, junto a episodios de fuertes turbulencias y fallos técnicos, han reforzado la percepción de crisis. No obstante, los datos cuentan otra historia. Estudios de la Embry-Riddle Aeronautical Academy indican que hasta el 80% de los accidentes se deben a errores humanos y solo una quinta parte a fallos mecánicos. También destacan que los despegues y aterrizajes son las fases más críticas, precisamente donde los sistemas de control son más redundantes.
Los expertos insisten en que volar es, con diferencia, la forma más segura de viajar. Arnold Barnett, profesor de estadística en la Sloan School of Management del MIT, asegura que el riesgo de morir en un vuelo es prácticamente nulo y que los recientes accidentes mediáticos son solo coincidencias.
“Doce millones de personas suben a los aviones cada día, y en la inmensa mayoría de las jornadas ni un solo pasajero resulta herido, y mucho menos muerto”, explica Barnett, según una publicación de The New York Times. En comparación, las probabilidades de fallecer en un accidente de coche a lo largo de la vida son de aproximadamente 1 entre 95, según el Consejo Nacional de Seguridad.
A pesar de los estudios, muchas personas siguen teniendo miedo a volar, y en muchos casos esta ansiedad se ve potenciada por la constante exposición a noticias trágicas, respondiendo a lo que se conoce como ‘trauma vicario’, imaginarse en medio de un accidente ajeno. A ello se suman factores como la claustrofobia, el vértigo o el estrés cotidiano. Frente a esto, la industria aeronáutica refuerza la formación, la simulación y la supervisión continua; cada accidente da lugar a nuevas normas, mejoras técnicas y ajustes en el control aéreo.