
Ustedes recordarán a la nueva primera ministra de Japón despachándose contra China en el momento de la toma de posesión. De inmediato, la segunda dio la orden de que sus conciudadanos dejaran de volar a Japón y estos, sin necesidad de una prohibición formal, han cumplido. Y tanto: ha caído la demanda, y hoy los vuelos son un 40 por ciento menos de los que había antes de las declaraciones de la primera ministra japonesa (China recomienda no ir de turismo a Japón).
Los chinos siguen viajando y sus aviones siguen volando, pero ahora van más a Australia, Corea, el sureste asiático o, incluso, Estados Unidos.
Unos 2.000 vuelos se han retirado en este mes de enero en los sistemas de ventas de billetes de avión, según datos públicos. Las rutas afectadas por las severas reducciones de vuelos son 40, con especial incidencia en Osaka.
No exclusivamente, pero la mayor parte de los vuelos que no operan son de aerolíneas chinas.
En ese sentido, Corea del Sur se ha llevado un inesperado premio al recibir ahora muchos más chinos que antes, especialmente porque se halla en la misma zona y porque supone el menor cambio para los planes originales de los viajeros.
Los precios de los billetes aún disponibles han aumentado, pero, en cambio, la oferta de alojamiento en Japón ha registrado una caída en sus precios.
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