
Las tasas turísticas se extienden por el mundo y, con ellas, viajar se convierte en una experiencia más cara para el viajero. Bajo este concepto, conviven hoy varias tipologías de sobrecostes que repercuten directamente en el bolsillo del turista: desde impuestos por pernoctar en hoteles hasta visados electrónicos o pagos por acceder a parques naturales y centros históricos. La tendencia global es clara: un encarecimiento de los tributos existentes o la implantación de nuevas figuras impositivas.
¿Por qué se aplican las tasas turísticas?
Para intentar mitigar los efectos de la masificación turística (overtourism) cada vez más ciudades y países impulsan regulaciones, restricciones y nuevos impuestos. Una de las medidas estrella consiste en cobrar a los viajeros por entrar a ciudades o playas, o bien aplicar un impuesto por estancia. En la actualidad, más de un centenar de grandes ciudades europeas cobran algún tipo de tributo ligado, en su mayoría, a la pernoctación hotelera.
En teoría, la recaudación se destina al mantenimiento de infraestructuras y la protección de recursos. Según la plataforma Hellotickets, estos son algunos de los destinos que han marcado el camino en 2025 para regular sus flujos:
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Venecia (Italia): Mantiene un impuesto de 5 € para visitas de un día para disuadir al turista de corta estancia.
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Santorini y Mykonos (Grecia): Han anunciado una tasa de 20 € para cruceristas durante el verano.
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Kioto (Japón): El impuesto de alojamiento se incrementará hasta un máximo de 10.000 yenes (unos 58 €), multiplicando por diez el tope anterior.
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Bután: Exige la entrada más cara del mundo: 100 $al día, aunque la cifra se redujo desde los 200$ de 2023.
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Islas Galápagos (Ecuador): Ha establecido una tasa de 200 $ para turistas internacionales y 100 $ para visitantes de países vecinos.
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Sevilla: Prevé cobrar entrada por visitar la Plaza de España, aunque los detalles concretos están pendientes de definición.
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Edimburgo (Escocia): Aplicará desde 2026 un impuesto del 5% sobre el alojamiento, con el objetivo de recaudar 50 millones de libras anuales.
Sin embargo, el debate sobre la utilidad real de estos tributos sigue abierto. Algunos expertos advierten que solo impuestos muy elevados reducen realmente las llegadas. Además, existe la posibilidad de que los viajeros se alojen en municipios vecinos para no tener que pagar un elevado impuesto por pernoctaciones en la ciudad que en realidad van a visitar, sin que ello alivie la masificación en los centros históricos.
Tasas de entrada a ciudades, pueblos, parques naturales o senderos
Numerosos destinos han revisado al alza sus tributos o creado nuevos peajes de acceso. Nueva Zelanda, por ejemplo, aplica una tasa de 57 € para financiar servicios públicos y patrimonio. En Japón, el gobierno introdujo un impuesto de salida de 1.000 yenes (unos 5,95 €) que las aerolíneas ya integran en el billete.
En el Caribe, las tasas oscilan entre los 13 € de Bahamas y los 45 € de Antigua y Barbuda. Incluso en Suiza, la comuna de Zermatt -al pie del Matterhorn- considera cobrar 12 francos (12,75 €) a los excursionistas de un solo día para combatir la saturación.
Otro ejemplo más reciente: el Ayuntamiento de Roma está estudiando la posibilidad de cobrar una entrada de dos euros por persona para acceder a la Fontana de Trevi.
En Chile, se implementará un nuevo sistema de cobro diferenciado en Torres del Paine a partir de mayo de 2026, con tarifas más altas y ligadas a circuitos específicos.
En Hawai, un juez federal ha dado luz verde para que se pueda cobrar a los pasajeros de cruceros una nueva ecotasa turística. La recaudación se destinará a medidas para mitigar los efectos del cambio climático.
En Italia, en las Dolomitas, propietarios locales de terrenos han instalado torniquetes en senderos populares, cobrando una tarifa de unos 5 euros.
Un turista toma una foto en la Fontana di Trevi, Roma. Fuente: Adobe Stock
Impuestos por pernoctación: el caso de España y Europa
En Europa, Ámsterdam lidera la presión fiscal con una tasa del 12,5%, lo que supone unos 25 € adicionales para una habitación de 200 €.
En España, el mapa es heterogéneo. Barcelona, además de cobrar el impuesto por pernoctaciones vigente en Cataluña, aplica un recargo municipal propio de hasta 4 € (con previsión de subir a 8 €). El Parlamento catalán prepara ahora un nuevo decreto que prevé la subida del impuesto turístico y permitir a todos los municipios imponer recargos locales. Hasta ahora solo Barcelona está autorizada a aplicar un recargo propio.
El Baleares, el Govern del PP renunció finalmente a incrementar la ecotasa en 2025 y a gravar los coches de alquiler para poder contar con el apoyo parlamentario de Vox en los dos años que aún quedan de legislatura.
En Galicia, ciudades como A Coruña estrenaron en octubre de 2025 tarifas de hasta 2,5 € en hoteles de lujo, una medida que ya ha sido recurrida por las asociaciones de hostelería.
El debate político y profesional es intenso:
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Amancio López (Presidente de Hotusa): Se opone al impuesto al considerar que su incremento progresivo “penaliza la principal fuente de ingresos” de la ciudad.
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Jaume Collboni (Alcalde de Barcelona): Defiende que la tasa permite “actuar sobre la demanda para favorecer un cambio de modelo” y asegura que lo recaudado se reinvierte en climatización de escuelas y gestión de áreas masificadas.
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Nuria Montes (Secretaria General de HOSBEC): Define el impuesto turístico como un “parche financiero” y un mero mecanismo recaudatorio, cuando el problema a resolver en realidad es la infrafinanciación de los ayuntamientos. Montes denuncia además una “discriminación fiscal”, ya que el tributo solo castiga al cliente legal y deja exenta a la oferta ilegal y a los excursionistas que no pernoctan.
Tasas a autocares y transportes
El transporte discrecional también está en el punto de mira. En Barcelona, los autocares que llevan turistas a puntos de interés deben pagar una tasa vía app para operar en determinadas zonas. El Ayuntamiento quiere aplicar nuevas restricciones en 2026 a través del sistema zonabus.cat, lo que ha soliviantado a los operadores turísticos. El permiso diario costará 35 euros por vehículo y cada reserva previa de una operación (subida o bajada de pasajeros), otros 3 euros.
Por su parte, en Canarias, la patronal Ashotel ha rechazado frontalmente la nueva tasa de AENA a las guaguas en aeropuertos, prevista para el 15 de enero de 2026. Según la Federación de Empresarios de Transportes (FET), este sobrecoste podría ascender a 6.000 € mensuales por transportista, un gasto que, según advierten, acabará trasladándose al usuario.
Visados y autorizaciones electrónicas
Finalmente, el encarecimiento de los viajes se completa con la burocracia digital, mediante autorizaciones electrónicas que sustituyen al visado turístico tradicional.
El ESTA de EE. UU. duplicó su precio en 2025 hasta los 40 $.
En el Reino Unido, el sistema ETA cuesta 10 £ desde abril de 2025 para los españoles.
En la Unión Europea, el sistema ETIAS llegará en el tercer trimestre de 2026 con un coste de 20 €, obligando a los viajeros a una mayor planificación y presupuesto previo.