“Estamos comprometidos en crear valor para nuestros accionistas”. Esto no lo dice Michael O’Leary, el CEO de Ryanair, que bien podría firmarlo, sino Maurici Lucena, el CEO de Aena. Lucena hizo esta afirmación en el comunicado en el que informaba de la compra de dos aeropuertos británicos, aduciendo que de esta forma estaba luchando para enriquecer a los propietarios, porque eso de crear valor sólo se puede traducir como “enriquecer”, aunque no quede nada guapo (Aena: tasas en España para los aeropuertos ingleses).
Observen qué curiosa coincidencia de objetivos entre Ryanair y Aena: los dos luchan por sus accionistas. La irlandesa es una empresa típicamente capitalista que busca el beneficio por encima de todo. Y la segunda, también. Cuando uno defiende lo mismo, es lo mismo.
Pero ocurre que Lucena está al frente de una empresa pública, cuyo principal accionista es un ejecutivo socialista, el de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, que en muchas de sus presentaciones públicas presumen de ser sensibles con el bienestar de los ciudadanos. Eso, en muchos casos, es incompatible con el bienestar de los accionistas. O con el máximo bienestar de ellos. Y con el rollo sensible del que presumen muchos de estos políticos.
No deja de ser curioso que al final, el tema de las tasas aeroportuarias que enfrenta al sector de la aviación, pero fundamentalmente a Ryanair, con el Gobierno, es una lucha por el accionista. Con ese dinero (dos mil millones de beneficios netos Aena en 2024) se van comprando aeropuertos por el mundo; con ese dinero que se hubiera llevado Ryanair si no fuera porque Aena le aplica tasas muy altas, se hubiera beneficiado el accionista de la irlandesa, que no deja de ser lo mismo.
Muchas caras en un mismo perfil de gobernante, desde luego.
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