
El Gobierno cubano ha comunicado a las empresas extranjeras con inversiones en la isla que no podrán extraer ni enviar al exterior las divisas que ya tienen depositadas en bancos del país. En su lugar, ha ofrecido la opción de abrir un nuevo tipo de cuentas, llamadas “reales”, donde solo se permiten ingresos de divisas procedentes del extranjero y que, en principio, sí podrían retirarse o transferirse al exterior (Lo que faltaba al turismo en Cuba: otra epidemia azota al país).
Según Diario de Cuba, esta medida amplía un mecanismo que La Habana ya había probado a menor escala durante la primera mitad del año, como parte de su intento por captar liquidez ante la incapacidad del sistema financiero de generarla por sí mismo. Sin embargo, algunas empresas han reportado que incluso estas nuevas cuentas presentan problemas para retirar dinero en efectivo o repatriarlo, lo que refuerza la sensación de un “corralito” aplicado a las inversiones externas.
El mismo mensaje se ha trasladado al cuerpo diplomático acreditado en Cuba. En una reunión reciente, se les ha comunicado que, en una fecha aún por anunciar, las divisas que ingresen desde el extranjero podrían ser retiradas o enviadas fuera del país. Para las embajadas se planteó un mecanismo similar, aunque sin exigir la apertura de las nuevas cuentas “reales”.
La medida se produce en un escenario económico especialmente delicado: escasez generalizada de divisas; caída del 70% de las remesas; desplome del turismo en torno al 50%; inflación creciente; y una fuerte distorsión cambiaria, con un tipo oficial de 24 pesos por dólar frente a aproximadamente 450 en el mercado informal. Este contexto limita gravemente la operativa de empresas extranjeras en la isla.
Las compañías hoteleras españolas son algunas de las más expuestas, ya que gestionan una parte relevante de la capacidad de Cuba, especialmente en el sector vacacional. Por ejemplo, Meliá opera 35 establecimientos en nueve destinos cubanos, mientras que Iberostar tiene casi una veintena repartidos por todo el país. Su peso en el sector turístico convierte a estas cadenas en actores particularmente afectados por las nuevas restricciones.
Con todo ello, la combinación de controles sobre las divisas, falta de claridad regulatoria y alta presencia de firmas españolas en el mercado cubano configura un panorama de riesgo creciente. Hasta el momento, ni el Banco Central de Cuba ni el Gobierno han ofrecido una explicación pública sobre el alcance de estas medidas, lo que aumenta la incertidumbre y la preocupación entre los inversores extranjeros.
