
El pasado 13 de noviembre, toda una familia de viajeros alemanes murió en un hotel de Estambul por un envenenamiento químico. Aparentemente, todo se debió al uso incorrecto de pesticidas. El Gobierno teme que esta tragedia pueda pasarle factura en el volumen de turistas.
Los muertos fueron los dos hijos y la madre. El padre resistió un poco más el envenamiento pero, desgraciadamente, también perdió la vida ya ingresado en el hospital.
El veneno empleado en el hotel estaba destinado al control de plagas. Se había fumigado en las habitaciones. Se trata de un veneno para el que no hay antídoto.
El 15 de noviembre, otros dos turistas se enfermaron en el hotel, aunque no fallecieron. La policía encontró en sus sábanas restos del veneno.
Los expertos turcos saben que las normas de seguridad e higiene en el país son deficientes y temen que la potencia de esta noticia, sobre todo en Alemania, pueda afectar al negocio.
El Gobierno turco aplica sanciones muy severas a los establecimientos que no respetan las normativas, pero cambiar la cultura de la falta de rigor en cuestiones como la seguridad y la higiene en el trabajo no se logra rápidamente.
