
Entrevista/UNICEF, en alianza con FAPMI (Federación de Asociaciones para la prevención del maltrato infantil) y ECPAT, llama al turismo español a dar un salto cualitativo para pasar de la filantropía y los programas de donación al compromiso real con la protección de la infancia como “licencia mínima para operar”. Su responsable de Alianzas corporativas, Marta López Fesser, propone la adhesión efectiva a The Code, la formación de las plantillas y la implantación de protocolos claros de prevención, detección y denuncia, tanto en España como en los destinos internacionales donde operan las cadenas. Con el programa Hoteles Amigos como base, UNICEF ve en los grandes grupos turísticos y en toda su cadena de valor una oportunidad para que el turismo español lidere a nivel mundial un modelo sectorial de “turismo amigo de la infancia”, integrando a niños y niñas como grupo de interés estratégico en la toma de decisiones empresariales.
UNICEF y FAPMI han hecho un llamamiento al turismo para garantizar espacios seguros para la infancia. ¿Cómo se traduce eso en medidas concretas para el sector?
Lo vemos como una oportunidad muy tangible. La adhesión al código de conducta The Code ofrece al sector una batería de mecanismos y compromisos claros para prevenir determinados comportamientos y situaciones que afectan a la infancia en el ámbito turístico, sobre todo en los alojamientos. El código proporciona guías para identificar impactos negativos y posibles grietas en la actividad, y permite diseñar protocolos de identificación temprana, prevención, denuncia y gestión. Si se implanta bien, todo el personal conoce qué hacer, a quién acudir y cómo actuar, de manera que cada trabajador se convierte en un defensor activo de la protección infantil dentro de la empresa.
España no registra las cifras de otros grandes polos de explotación sexual infantil. ¿Por qué el sector debe implicarse igualmente?
Es cierto que España no está al nivel de algunos destinos del sudeste asiático, pero eso no significa que aquí no sucedan casos. En violencia, incluida la intrafamiliar o la de género, siempre es difícil medir la realidad, porque la denuncia es compleja y está estigmatizada. España tiene un estado del bienestar y unas capacidades que generan confianza, pero eso no elimina situaciones graves. Además, no hablamos sólo de turismo vacacional: los hoteles urbanos y de negocio también atraen comportamientos y consumos que pueden ir en detrimento de los derechos de la infancia, sobre todo en momentos de gran afluencia como ciertas ferias internacionales.
Defendéis que la protección de la infancia sea parte de la propuesta de valor del turismo español. ¿Qué oportunidad veis ahí para la marca país?
Nuestro llamamiento no es al señalamiento ni a la culpa, sino a la oportunidad. Si España quiere liderar en salud, calidad, sostenibilidad, innovación o medioambiente, también puede hacerlo en tolerancia cero frente a la violencia contra la infancia. Al final, es la licencia mínima para operar: nadie quiere alojarse en un hotel donde no se toman en serio estos riesgos. Y cuando las cadenas españolas operan en comunidades más vulnerables o en países con menos regulación, la responsabilidad es idéntica. Bajo la marca España de turismo no debería producirse ningún tipo de violencia contra niños y niñas, y eso exige reconocer que el riesgo existe y anticiparse antes de que se convierta en un problema visible en los titulares.
Muchas cadenas incluyen a la infancia en su RSC, pero no se adhieren al Código. ¿Por qué?
El código ECPAT tuvo más impulso hace 10 o 15 años, y cadenas como Meliá y otras se sumaron entonces. En muchos casos la conciencia y el compromiso están, pero los protocolos se quedan sin seguimiento: no se forma a toda la plantilla, no se asignan claramente las responsabilidades, no se integran en la operativa diaria. Compiten con muchas otras prioridades de formación y de compliance. Y existe, además, una cierta resistencia por miedo al estigma: la sensación de que, si hablas de explotación sexual comercial infantil parece que tienes un problema en tu hotel. Por eso insistimos en cambiar el relato: se trata de prevención y tolerancia cero, de una oportunidad para diferenciarse, no de gestionar una crisis.
El programa Hoteles Amigos lleva más de 10 años movilizando fondos. ¿Qué cambio quiere impulsar ahora UNICEF con estos hoteles aliados?
Hasta ahora Hoteles Amigos ha sido un programa de sensibilización y recaudación, transmitiendo la idea de que las personas pueden cambiar el mundo mientras duermen a través de donativos que se suman para apoyar proyectos, por ejemplo, en agua, saneamiento e higiene. Este enfoque ha logrado resultados muy relevantes y estamos muy agradecidos a los hoteles que llevan una década implicados. Pero hoy creemos que ser “hotel amigo” de UNICEF y de la infancia debe significar algo más, que tu hotel protege los derechos de la infancia en su propia actividad. Es aprovechar esa alianza para revisar políticas, prácticas y protocolos corporativos, y pasar de sólo recaudar a recaudar y, además, operar de forma coherente con esa causa.
Insistís en que la protección de la infancia debe entrar en el core business de los hoteles. ¿Qué implica eso frente a la filantropía tradicional?
Hacer donaciones como empresa es importante, pero no sustituye el impacto que puedes tener revisando tu modelo de negocio. A veces con pequeños ajustes en cómo operas, una actividad que generaba daño deja de hacerlo, o incluso se convierte en palanca de impacto positivo. En turismo adoptar The Code, formar a la plantilla y contar con un sistema eficaz de prevención y denuncia significa crear un espacio seguro para la infancia que antes no existía. Desde nuestra perspectiva, casi diría que antes de donar hay que empezar por ahí: por tu casa, asegurando que tu actividad no genera riesgos y que tu hotel es un lugar seguro para niños y niñas.
La protección efectiva de la infancia también puede servir a las empresas para diferenciarse y facilitarles la atracción y retención de talento, que se siente así más relevante en esta lucha, según ha incidido Marta López Fesser. Fuente: UNICEF.
¿Cómo de receptivos son los hoteles a incorporar esta agenda de protección infantil en su gestión diaria?
Es un ámbito que, hasta ahora, no habíamos trabajado a fondo. Ahora queremos posicionarlo claramente e invitar a un “champion” capaz de generar acción y convencer al resto. Nuestros colegas de FAPMI y ECPAT tienen un recorrido más profundo y, por el número de partners, está claro que queda mucho camino. El término “explotación sexual comercial infantil” es duro y genera rechazo sólo con nombrarlo, pero estamos convencidos de que hay formas de contar el relato que sumen y no resten. La clave es transmitirlo como una oportunidad de profesionalización y liderazgo, no como una amenaza reputacional.
¿Qué papel pueden jugar los grandes grupos turísticos y el resto de la cadena de valor en este cambio?
En cualquier sector cuando el referente se mueve, el resto observa y tiende a seguirle. En el turismo español, muchos pequeños y medianos hoteles miran a cadenas como Meliá, Iberostar, NH o Riu. Si ellas marcan el paso e integran de forma visible la protección de la infancia, la vara de exigencia sube para todos. Además, el enfoque tiene que ser sectorial: no sólo hoteles, también aerolíneas, distribución, etc. En todos los segmentos de actividad pasan cosas. Cada gran operador tiene alrededor un ecosistema de proveedores al que puede influir y al que puede exigir la misma tolerancia cero. Eso crea un efecto cascada muy potente.
¿Falla la comunicación hacia el cliente final sobre estos compromisos y protocolos?
Creo que hay dos planos. Uno es claramente empresarial: formación, procesos internos, responsabilidades, todo lo que tiene que ver con cómo funciona la empresa por dentro. Ahí la conversación es business to business. El otro es el de cara al cliente, y ahí sí vemos un desafío. Muchos hoteles consideran este tema difícil de explicar y temen que se malinterprete, así que optan por no hablar de ello con sus huéspedes. Hay un tabú que conviene abordar. Históricamente, además, se ha visto la explotación sexual infantil como algo lejano, que ocurre en otros países, y eso dificulta entender que hablamos también de barrios y comunidades de aquí.
Planteáis que la infancia se incorpore como grupo de interés en las empresas turísticas. ¿Qué cambia cuando se hace?
Incluir a la infancia como grupo de interés es la forma más sencilla de no perderla de vista en la toma de decisiones. Cuando la incorporas a tu matriz de grupos de interés, deja de ser invisible y aparecen sus necesidades y oportunidades en el día a día. Los niños son los clientes, empleados y líderes del mañana, y ya hoy forman parte de las comunidades donde opera el turismo. En un contexto de cambio climático y competencia intensa, cualquier empresa que no piense a 30 años vista se queda sin visión estratégica. Si el sector asumiera a la infancia como grupo de interés, la adopción del código y la instalación de mecanismos de protección serían casi un paso natural.
¿Cuál es hoy la foto del compromiso del sector, entre Hoteles Amigos y The Code?
En Hoteles Amigos hablamos de 43 cadenas y más de 100 establecimientos, una cifra significativa que muestra hasta qué punto el sector ha respondido a la llamada de sensibilización y movilización de fondos. En el caso del Código, las cifras son mucho menores: 11 empresas en España. También es verdad que hasta ahora en España desde UNICEF no habíamos planteado de forma proactiva que, para una coherencia total, ser Hotel Amigo de la infancia implica también asumir esta responsabilidad de protección como el mayor impacto posible que el turismo puede tener en los niños y niñas.
¿Qué mensaje final lanzaríais al turismo español respecto a esta agenda?
Que no estamos ante una obligación abstracta, sino ante una oportunidad clara. El turismo en España ha cambiado en cifras, tipologías y destinos, y eso exige reaccionar y revisar la forma de operar. Sabemos cómo abordar el problema, contamos con instrumentos, aprendizajes y buenas prácticas. Falta que uno o dos “champions” lo vean con claridad, lo integren en su negocio y marquen el camino. Nos gusta decir que, si tiene sentido para la infancia, tiene sentido para el negocio. Si es bueno para los niños, es bueno para el sector, para sus empleados y para las comunidades donde opera.
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