
Este viernes y sábado fueron los dos primeros días en los que, por orden gubernamental, miles de vuelos fueron cancelados en cuarenta aeropuertos de Estados Unidos para paliar la falta de controladores aéreos, de baja porque no cobran su nómina desde septiembre (EEUU: el Gobierno obliga a suspender cientos de vuelos al día).
El resultado ha sido muy bueno: es un caos programado, de forma que los pasajeros no se encuentran en un aeropuerto cuando se les cancela o atrasa el vuelo sino que, si ocurre, lo saben con anticipación, aún en sus casas. Es un problema, pero más manejable.
Aún así, aeropuertos como Chicago, Phoenix, San Francisco, Washington, Dallas, Houston o Austin tuvieron retrasos que en algunos casos fueron importantes.
En algunos de la costa este, el mal tiempo provocó demoras, que era la guinda a la situación que vive el país.
El viernes al mediodía unos 780 vuelos se habían cancelado en todo el país, bastante menos de la mitad de lo indicado para toda la jornada, según Cirium. Un día normal en Estados Unidos hay unos 25 mil vuelos.
