
Es un misterio: ya van varios aeropuertos de primer orden europeos que quedan colapsados durante un día como mínimo por la aparición inesperada de oleadas de drones de procedencia desconocida. El último fue este martes, cuando tanto el aeropuerto de Lieja como sobre todo el de Bruselas, Zaventem, quedaron paralizados por el avistamiento de estos artilugios (Un avión de Norwegian vuela 2.000 km en vano por avistamiento de drones).
Primero Zaventem, el aeropuerto de la capital europea, se cerró dos horas. Se reabrió, pero de nuevo se tuvo que cerrar y ya quedó así hasta el miércoles. 80 vuelos quedaron suspendidos por esta situación.
Pero ese es el impacto. Lo importante son las causas, de las que se sabe bien poco. Lo relevante es que antes varios aeropuertos del este de Europa sufrieron los mismos efectos, incluyendo algunos de Alemania y más recientemente el de Copenhague, en Dinamarca.
El debate mediático en Bélgica tiene que ver con la compensación económica para los pasajeros. Legalmente, en estos casos, las aerolíneas deben asumir los costes de hotel y comidas de los viajeros, pero estos no tienen derecho a indemnizaciones porque las compañías no son responsables de la situación.
Y lo extraño es que no hay responsables porque nadie sabe de dónde salen los drones. Y las autoridades no han dado información. El máximo responsable de Ryanair, Michael O’Leary, a quien se le ha visto muy preocupado por los efectos de estos drones, dijo públicamente que Europa debía simplemente derribarlos. No es una solución fácil de aplicar, pero sirva esta reacción para demostrar que el asunto preocupa.
