
El rendimiento financiero, los beneficios netos, de Aena, según dice ella misma, han sido de unos 1.500 millones de euros sólo en los nueve primeros meses de este año. Se trata de un negocio espectacular, algunas de cuyas fuentes de ingresos han subido dos dígitos. No, no hay muchos negocios que ganen eso y menos con una plantilla tan mínima (Aena tiene beneficios récord de más del 30% de las ventas).
Aena, lógicamente, tiene que ganar dinero porque para eso es una empresa. Pero es una empresa con mayoría pública. Entonces aquí surgen algunas preguntas importantes.
¿Se puede justificar que tenga muchos aeropuertos pequeños de España con unos niveles de actividad mínimos? Con los mayores beneficios de la historia y unos márgenes de 60 por ciento de Ebitda, increíbles por lo elevados, ¿se puede explicar una subida de las tasas aeroportuarias muy por encima de la inflación?
Se podrá argumentar que está bien que se suban los precios de la aviación para desestimular la demanda, como hacen otros países, sobre todo europeos, pero ¿se ha de hacer linealmente en todos los aeropuertos, incluso en aquellos que no tienen casi demanda o que atienden a públicos cautivos que no cuentan con alternativas?
Se puede aducir que Aena está para ganar dinero y listo. En ese caso la pregunta es ¿por qué el estado tiene que tener una participación, si al fin y al cabo no va a cumplir una función social de reequilibrar el país promoviendo los aeropuertos con menos demanda?
También podríamos preguntarnos qué hace el dinero del estado español gestionando un aeropuerto de Londres o varios de Brasil, pero igual son demasiadas preguntas a la vez.

 
																	 
																	 
																	 
																	 
																	 
																	 
																	