

Con motivo de la celebración del XX Congreso de Hoteleros Españoles, que tendrá lugar del 19 al 21 de noviembre en Cartagena, Smart Travel News conversa con Ramón Estalella, secretario general de CEHAT, para profundizar en las claves del encuentro y en el mensaje que lo articula este año: “Cuidamos el destino”.
A partir de sus declaraciones, emerge un relato claro: el congreso busca poner en valor el papel de los hoteleros en la calidad de vida de los residentes, en la relación con los trabajadores y en la gestión sostenible de los destinos, con la convivencia profesional como ventaja diferencial frente a las grandes citas de ciudad. Más información y registro en la web oficial del evento: congresohoteleros.com.
[embedded content]Estalella arranca situando cómo se elige la sede. Los congresos son bienales y la decisión no la toma en solitario la confederación. Son las asociaciones miembro —51 en total, de ámbito autonómico, provincial y, en algunos casos, con tipologías turísticas diversas en una misma provincia— las que presentan candidatura con un dossier en el que explican qué aportan y por qué quieren acoger el evento. En esta edición, la asociación de Murcia apostó por Cartagena. La razón, explica, combina oportunidad y propósito: aunque la planta hotelera de Cartagena es pequeña, “es un buen destino en sí mismo”, con ciudad histórica, puerto, teatro romano, museo submarino, gastronomía y un apoyo decidido tanto del Gobierno regional como del Ayuntamiento. “Mucha gente que no conoce Cartagena se va a ver sorprendida por lo que ofrece la ciudad”, afirma.
Además, CEHAT detecta una ventaja práctica en elegir un destino de estas características: la convivencia. En una gran ciudad, ejemplifica con Madrid, es frecuente que parte de los asistentes entre y salga del programa para atender asuntos personales o profesionales. En Cartagena, la inmersión es mayor: “Nos va a permitir hacer una vida mucho más del Congreso desde el miércoles que llegamos hasta el viernes a mediodía”, subraya. Ese tiempo compartido —y el hecho de que muchos prolonguen la estancia el fin de semana— favorece el networking y el intercambio real por encima de una mera sucesión de ponencias. En sus palabras, el congreso “es para estar juntos, hablar… y hacer networking”.
Sobre el lema de este año, “Cuidamos el destino”, Estalella propone una lectura en tres fases de la evolución del turismo en España. Primero, la etapa del impulso económico, cuando “se necesitaba potenciar” el sector como motor de muchas zonas. Después, la fase de la regulación: “No hay ningún sector tan regulado como el nuestro”, dice, enumerando ejemplos cotidianos (medidas de camas o baños, servicios obligatorios, exigencias de 24 horas, bufés o parking) para ilustrar lo que considera un exceso que “organiza nuestro negocio absolutamente”.
La tercera fase, que sitúa especialmente en los últimos tres años, añade a la ecuación la dimensión social: trabajadores y residentes. Por un lado, la dificultad creciente para encontrar personal en algunos destinos. Por otro, una ciudadanía que empieza a rechazar actividades por sus externalidades negativas aunque generen dinero, y que, en ese marco, puede cuestionar al turismo. Estalella reconoce que el turismo, como cualquier actividad, puede generar impactos negativos cuando se producen “llegadas masivas de personas en un sitio determinado y casi todos al mismo tiempo”. Pero subraya que no es una consecuencia directa de la hotelería: “Los hoteleros tenemos menos hoteles hoy que en 2017; sin embargo, se ha duplicado la oferta en España por modos alternativos de alojamiento”, señala, sin ánimo de “criticar a nadie”, pero reclamando que se entienda la especificidad del hotel como inversión estable y actor anclado al territorio.
En este contexto, defiende una mejor comunicación con los residentes para evidenciar qué aportan los hoteles: desde empleo y proyecto vital para familias hasta mantenimiento de espacios, parques y jardines, o el acceso a equipamientos y oferta que disfrutan también los locales. “Queremos hacer ver qué hemos sido capaces de aportar, qué somos capaces de aportar y qué cosas buenas les aporta el turismo aunque el residente no se quede en esa cama”, resume. Estalella lamenta que, en ocasiones, se usen “mitos” o se instrumentalice políticamente el debate, y aporta una anécdota reciente en Tenerife para ilustrar hasta qué punto prosperan razonamientos simplistas contra el turismo. Frente a ello, propone “analizar los problemas que existen, solucionarlos y poner en valor lo que hacemos”, recordando también que muchas tensiones (aparcamiento, colas, infraestructuras) se deben a la falta de inversión pública, no a la mera presencia de turistas.
Mirando al programa, Estalella destaca un enfoque eminentemente práctico. Quieren escuchar “de mano de sus protagonistas” casos reales sobre lo que están haciendo por el destino, por sus equipos y por la gestión de sus empresas. Subraya el papel que jugará la inteligencia artificial, con una ponencia de Jon Hernández orientada no a definir conceptos sino a señalar hacia dónde debería ir el sector. El cambio, admite, es profundo y rápido, pero recalca que la hotelería española ha sabido adaptarse a ciclos y disrupciones desde los años 70: internet, crisis, variaciones en el coste del petróleo o las propias oscilaciones de la demanda. “Nos hemos ido adelantando al mercado”, dice, y cree que la IA ayudará a gestionar problemas y abrir oportunidades, incluidas las que afectan a la relación con empleados, entorno y administraciones.
Con todo, advierte de que el negocio sigue siendo “de personas para personas”. Puede haber modelos con menos contacto humano o procesos totalmente digitales, y el mercado dirá qué prefiere, pero la “sensación de sentirse en casa” —seguridad, limpieza, comida, atención— la construyen personas y eso “marca la diferencia entre un establecimiento y otro”. Esa esencia humana atraviesa también el objetivo experiencial del congreso: que los asistentes “se vayan con nuevos amigos”, que una comida o una conversación casual desemboquen en visitas mutuas, intercambio de prácticas y adopción de soluciones. “Que se cree una inquietud: esto que he oído que se puede hacer, a ver cómo lo aplico”, resume.
En ese aterrizaje de soluciones, reconoce el papel de los proveedores que apuestan por el congreso para presentar tecnologías y productos. El éxito se mide en esa “reducción de fricción” entre oferta y demanda: hoteleros con ganas de implantar y partners con capacidad de acompañar. Y, en clave de formato, deja dos notas definitorias: neutralidad política y foco en el trabajo. “Va a haber muy pocos políticos este año… no es un desfile de autoridades. Aquí, a escuchar, a trabajar y a pasarlo bien”, dice, reivindicando un ambiente profesional sin solemnidad artificial.
El cierre es una invitación explícita. Las fechas —del 19 al 21 de noviembre— están confirmadas y la inscripción sigue abierta. Estalella quiere que los hoteleros salgan “contentos”, con ideas aplicables y la sensación de que están alineados con la dirección en la que va el negocio. Y, sobre todo, con la convicción de que el lema del año, “Cuidamos el destino”, no es un eslogan sino un compromiso público: el de unos empresarios que se saben parte de la solución, en diálogo con trabajadores, residentes y administraciones, y que apuestan por demostrarlo con hechos, convivencia y ejemplos concretos.
Toda la información sobre el XX Congreso de Hoteleros Españoles y el registro de asistentes está disponible en la web oficial: congresohoteleros.com/CEHAT25.