
Una sola chinche puede poner en jaque la reputación de un hotel, por muy buena que sea su ocupación, su gestión operativa o sus valoraciones online. Se habla poco de este tema de forma abierta, natural y sin miedos, pero Mario Sánchez, export manager de Khama Hotel, quiso tratarlo en TecnoHotel OnTour Galicia. Un destino donde, debido al Camino de Santiago, muchos alojamientos se encuentran con este problema.
Antes de adentrarse en materia, Sánchez propuso una breve encuesta anónima para conocer la experiencia real del público presente: “¿Has tenido algún problema con chinches o conoces algún caso cercano en un hotel?”.
Los resultados fueron contundentes: casi el 80% de los asistentes reconoció haber sufrido o conocido una infestación. Una cifra que, aunque alarmante, sirvió para normalizar la conversación y abrir paso a la parte más técnica de la ponencia.

¿Qué son las chinches y cómo actúan?
Sí, hemos oído hablar de chinches, pero ¿sabemos cómo son y cómo actúan? Las bedbugs —de su nombre en inglés— son insectos parásitos que se alimentan exclusivamente de sangre humana durante la noche, aprovechando el calor y el CO₂ que desprendemos al dormir. Son extremadamente resistentes, silenciosas y difíciles de detectar en sus fases iniciales.
“Cuando uno detecta el problema, normalmente ya es tarde”, advirtió el responsable de Khama Hotel. Y es que, “el huésped afectado puede no ser alérgico y no manifestar síntomas visibles, lo que permite que la colonia crezca sin que nadie lo note”.
Para conocer mejor cómo son, cabe destacar que estos insectos no vuelan ni saltan, pero pueden desplazarse por suelos, textiles, muebles e incluso moverse de una habitación a otra. Durante el día se esconden en lugares recónditos: ribetes de colchones, enchufes, zócalos, cajones, cabeceros o textiles, entre otros.
El Camino de Santiago, foco de infestación
Un aspecto especialmente relevante fue la mención al Camino de Santiago como uno de los factores de riesgo más importantes en Galicia. La alta rotación de huéspedes, la exposición a entornos rurales, el uso compartido de furgonetas para transportar equipajes o la falta de protocolos en albergues y posadas facilitan la propagación de chinches entre alojamientos.
“He visto infestaciones que empiezan por una simple mochila apoyada en el suelo o una funda de colchón mal colocada. Este insecto es un superviviente nato”, explicó Sánchez.

Detección y protocolos preventivos
El gran problema de esta plaga no es solo su resistencia, sino también el impacto reputacional, legal y económico que genera en los hoteles: cierre de habitaciones, pérdida de confianza, indemnizaciones e incluso denuncias por parte de los huéspedes que llevan la plaga a sus domicilios.
A lo largo de su intervención, Sánchez insistió en la necesidad de adoptar medidas preventivas, formar al personal de limpieza y mantenimiento, y aplicar protocolos de inspección visual, por ejemplo, con linternas, tarjetas y listas de control (checklists), para detectar cualquier signo de infestación en las habitaciones.
“No basta con fundas especiales para colchones. Las chinches pueden esconderse en muchos otros rincones. Y lo peor es mover mobiliario de una habitación a otra sin control: eso solo agrava el problema”, alertó.
Soluciones tecnológicas y formativas
En cuanto a los tratamientos, explicó que los métodos reactivos, como las fumigaciones químicas, requieren varias aplicaciones y son cada vez menos efectivos, debido a la creciente resistencia de los insectos. Otros métodos como el vapor o la congelación funcionan mejor, pero siguen siendo reacciones a un problema ya existente.
Por ello, defendió el uso de tecnologías de detección temprana, que permiten capturar al primer individuo antes de que se forme una colonia.
“No vamos a tener un perro entrenado como la policía en cada hotel, pero existen métodos que permiten actuar desde el primer momento. Y lo más importante: hay que hablar de esto. No por ignorarlo, somos menos vulnerables”, concluyó.

Para cerrar esta ponencia, la cual mantuvo a los asistentes muy atentos y haciendo preguntas, Sánchez terminó con una reflexión estratégica para los hoteleros: ¿por qué no aprovechar la prevención como argumento de venta?
“Si un huésped ha tenido una mala experiencia con chinches, buscará garantías en su próxima reserva. ¿Existe algún sello o certificación que acredite que un hotel actúa de forma preventiva contra estas plagas? Convertir la prevención en una ventaja competitiva es posible”.
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