
Ni las agencias de viajes ni las empresas adjudicatarias (Mundicolor y Turismo Social) tienen culpa alguna del caos que rodea cada año a la venta del Imserso, con cientos de miles de pensionistas indignados por no haber conseguido el viaje deseado (Viajes del Imserso: el Gobierno presume de no dejar a nadie fuera).
El motivo real detrás de la frustración es el recorte drástico de plazas que ha sufrido el programa en los últimos años. En 2017 se tocó techo con 1,35 millones de viajes, nada que ver con los 879.213 de la presente temporada. Es decir, en la actualidad se comercializan unas 470.000 plazas menos que en aquel ejercicio. A esto se añade que el número de acreditados no ha parado de crecer, hasta los actuales 4,3 millones (El maltrato al programa de turismo del Imserso, en cifras).
Para José Manuel Lastra, vicepresidente de CEAV, la solución pasa por “aumentar las plazas, como mínimo en un 40% o 50%, y superar el millón”. “La respuesta por parte de los usuarios es muy buena. El problema es que el número de plazas, 7.000 menos que el año pasado, está muy por debajo de la demanda, de las necesidades”, explica en declaraciones a El Confidencial.
Con mayor contundencia se expresa el presidente de AVIBA, Pedro Fiol, quien lamenta que “el Imserso no se adapta”. “Desgraciadamente la mayoría de los que van lo hacen porque es barato, pero no con la ilusión de disfrutar del viaje o si es barato o no. Para tener un programa desincentivado mejor no tengas nada”, sostiene.
Fiol plantea como alternativa al modelo actual la implantación de un bono de 400 euros, similar al que disfrutan los jóvenes, “para que se los gastaran en el viaje que les diera la gana, cuándo y dónde tú lo quisieras”.
