
Hubo un momento en que Wizz Air se iba a comer el mundo. Y compró aviones y aviones con el horizonte de llegar a 500 unidades en 2032. Pero primero la pandemia, después los errores de gestión, después no haber asegurado el precio del combustible y finalmente el desastre de los motores Pratt & Whitney han hecho que la húngara se haya olvidado de qué es ganar dinero. Así que hoy no necesita más aviones (O’Leary vaticina problemas próximos en Easyjet y Wizz Air).
Por eso ha iniciado conversaciones con Airbus para retrasar la entrega de cien de los aviones comprados, lo cual le evita empezar a pagarlos y, sobre todo, tener que llenarlos de pasajeros. A Airbus le puede ir bien porque tiene retrasos en sus entregas y así podría reducir los tiempos (Wizz Air saca músculo en España tras el ajuste de Ryanair).
Hasta 2030, Wizz Air tendría que recibir más de cien aviones, en su mayor parte A321, la estrella de su flota. Pero ahora pide que las entregas tengan lugar en la siguiente década, lo cual permitiría que su capacidad, en lugar de crecer un 14 por ciento anual, sólo lo haga el diez. No es una decisión fácil para Airbus porque abre una puerta peligrosa con otros clientes.
Hoy la aerolínea tiene que asentar sus rutas, convertirlas en firmes, lo cual sólo ocurre en sus territorios más históricos. Recordemos que ha tenido que traer de Abu Dabi sus aviones porque el proyecto en los Emiratos no ha ido bien. La base de Viena, por su parte, deja de operar en breve.
Wizz Air afirma que está muy próxima un acuerdo con Airbus sobre el retraso en las entregas.
Para entender cómo va la low cost, basta con decir que este año su valor bursátil cayó un 21 por ciento y no precisamente desde máximos.
