

Menuda historia tengo que contaros, amiguit@s.
El mundo del revenue en un crucero es otra galaxia.
Una fantasía, un sueño hecho realidad para cualquier revenue lover.
Ahí no se vende… se factura con elegancia. Es como ver a un ballet de Nacho Duato bailando al ritmo del “sonidito” de la caja registradora, siempre con esa sonrisa que ni el mismísimo Julio Iglesias.
Nota mental: lo sé, la caja registradora ya ni suena, pero chic@s, ¡poneros en contexto! 😊
Pero ojito, que la magia empieza mucho antes de poner un pie a bordo.
Tú reservas el crucero tan feliz y, al minuto… ¡zas!
Email para reservar excursiones. Otro para el spa. Otro para los restaurantes (aunque tengas el “todo incluido”, te miran con esos ojitos de “ven y prueba nuestro restaurante de autor con experiencia multisensorial”).
Y cuando crees que ya lo has visto todo… ¡llega el mail de upselling!
Pero claro, esto no es un “paga 40 eurillos más y te doy una habitación mejor”, no, no, aquí son top, es un crucero, cariño. Aquí hay subasta. Te mandan un enlace con una puja. Tú pones lo que estás dispuesto a pagar y ellos te dicen si tu oferta es “interesante o no”.
Y claro, tú ahí dándole al clic, porque “ya que estamos de crucero…”
Y aún ni has hecho la maleta, alma de cántaro.
Te siguen llegando mails, notificaciones, mensajitos… “haz el check-in online, reserva ya, aprovecha el descuento, último día para el masaje romántico”.
Son incansables. Y tú, feliz, pensando que te están cuidando.
Cuando llegas al barco, aquello parece la ONU: 6000 almas, 10 nacionalidades, un ejército de 2000 trabajadores con sonrisa de anuncio de pasta de dientes.
Desde el primer “hola”, todo es atención, sonrisa, cercanía, profesionalidad. Están formados para que tu experiencia sea perfecta, única, irrepetible. Y lo logran.
A veces pienso: “si en mi hotel, con 100 clientes, acabamos echando humo por las orejas… ¿cómo lo hacen ellos con 6000 almas?”.
Pues con formación, actitud y una misión clarísima: cuidar y vender.
Y todos a una, como Fuenteovejuna del revenue.
Nota mental: una ovación, una ola y lluvia de confeti para los departamentos de RRHH, calidad y revenue.
Porque coordinar a esa tropa y mantenerlos sonrientes 16 horas al día… tiene su mérito.
Porque lo que consiguen es, sinceramente, de otro planeta.
Cada punto de venta se convierte en una pequeña máquina de facturación: spa, excursiones, fotografías, tiendas, restaurantes, casino, actividades… pura magia.
Imagino al revenue manager del barco mirando su excel:
“Tenemos 6000 personitas, 10 puntos de venta… ¡a jugar!”.
Y empieza el espectáculo: spa, excursiones, fotos, tiendas, casino, restaurantes, actividades, merchandising…
¡Y todos vendiendo sin que se note!
La recepcionista, que solo le preguntas por la piscina, te da un voucher con descuento para el spa.
El camarero del bar, que te sirve un mojito, te deja una tarjetita para el restaurante fusión.
Y tú te dices: “bueno, por una vez…”.
Llegas al camarote y te encuentras un descuento para Pandora.
Y claro, bajas a mirar.
Te ofrecen una pulsera (que no es Pandora, pero lo parece) con el primer charm por 15 €. Si compras los otros tres, te regalan el cuarto.
Y tú, que no ibas a picar, terminas pagando 45 €.
Multiplica eso por 1000 pasajeros como mínimo, que ya te digo yo que fueron más… ¡45.000 € a la saca!
Eso, mis cachorr@s, es venta cruzada nivel Dios. Eso es generar deseo de algo que no sabías ni que querías.
Y la cosa sigue.
Oferta en masajes, pack de fotos familiares, menú especial del chef…
Y tú ahí, encantado, porque todo es bonito, limpio, amable y con música de fondo.
Pagas y ni te duele, porque la experiencia lo vale.
No sientes que te venden, sientes que te miman.
Y tú encantado, gastando feliz, porque todo te parece maravilloso.
No ves que te están vendiendo constantemente porque lo hacen con gracia, con profesionalidad.
Y al final del viaje piensas:
“Qué experiencia tan increíble, qué atención, qué limpieza, qué orden…”
Y sí, amigo, ha sido increíble. Y también un máster de revenue en directo.
Y mientras tú flotas de felicidad, el revenue manager del barco está haciendo la ola con su Excel.
Reflexión, mis cachorros del revenue:
Esto, amigos míos, no es ciencia ficción.
En los hoteles podemos (y debemos) hacer lo mismo.
No tenemos un barco, pero tenemos un hotel , un camping, apartamento hasta una casa rural con mil oportunidades de facturar si sabemos vender con cariño.
Si el equipo sonríe, el cliente gasta más (comprobado científicamente… o casi).
Todo empieza antes de que llegue el cliente:
Envíale un mail bonito, con una sonrisa escrita, y dale opciones:
“¿Te gustaría asegurar tu habitación con vistas por solo 20€ más?”
“¿Quieres reservar tu circuito de spa antes de llegar y te invitamos a una copa de cava?”
Lo dicho, el revenue no empieza en recepción, empieza antes del clic de la reserva.
Algun ejemplillo de revenue “modo crucero” para tu alojamiento
En la reserva (antes de llegar):
• “Por solo 15€ más al día, mejora tu habitación a vista mar.”
• “Añade desayuno gourmet por 9€ y empieza el día como un rey.”
• “Pack romántico: cava, pétalos y spa por 45€. ¡Te lo agradecerá tu pareja y tu revenue!”
En recepción (check-in con sonrisa de 10):
• Si pregunta por la piscina → “¡Claro! Y justo al lado tienes nuestro spa, te dejo este 2×1 por si te animas después del chapuzón.”
• “¿Celebras algo especial? Tenemos un upgrade a suite con vistas que te va a enamorar.”
• “Hoy tenemos un menú degustación del chef a mitad de precio para los que se alojen más de dos noches.”
En el restaurante o bar:
• “¿Te apetece probar el cóctel del día? Lo ha creado nuestro barman estrella, ¡no lo encontrarás en ningún otro sitio!”
• “Por 5€ más te servimos el vino premium, que marida de escándalo con tu plato.”
En la habitación (la mina de oro silenciosa):
• Deja un código QR en el espejo del baño con “¿Necesitas relax? Reserva masaje exprés sin moverte de la cama con un solo clic.”
• Cartelito simpático en el minibar: “Lo que pasa en el minibar, se queda en el minibar.”
• Promoción del late check-out: “Qué prisa tienes, alma de cántaro… quédate hasta las 14:00 por solo 20€ más.”
En el spa:
• “Circuito de aguas + masaje de espalda + smoothie detox = felicidad total.”
• “Happy hour del spa: de 13:00 a 15:00, 30 % de descuento. Que no se entere tu jefe.”
En la tienda o recepción:
• “Taza del hotel por 9€, así te acuerdas de nosotros cada mañana mientras tomas café y planeas volver.”
• “Pulserita del hotel con descuento para el próximo viaje”. Esto es fidelización 2.0 o algo parecido.
¿Se te ocurre algo más?
Porque sí, amigos, los cruceros son una máquina de facturar con glamour,
pero nosotros, los hoteleros, también podemos hacerlo si dejamos de tener miedo a vender.
Al final, vender no es empujar: es cuidar, ofrecer, emocionar y hacer sentir.
Así que, mis cachorros del revenue, poned vuestra mejor sonrisa, afinad vuestras dotes de persuasión y… ¡a vender como si en Madrid tuvieramos el Mediterráneo en la puerta!
Y colorín colorado este cuento se ha acabado. ¡Y no olviden supervitaminarse y mineralizarse! I’m back.
Imágenes cedidas: Alonso Reyes en Unsplash