
Las auroras boreales son uno de los fenómenos naturales más llamativos del planeta, se suelen producir cerca de los polos, donde las partículas cargadas del viento solar interactúan con el campo magnético terrestre y chocan con los gases de la atmósfera, generando luces en tonos verdes, rojos o violetas.
Sin embargo, cuando la actividad solar se intensifica -como ocurre en los periodos de máxima actividad del ciclo solar-, esas cortinas de luz pueden extenderse hacia latitudes más bajas, como la península ibérica.

Los especialistas apuntan que entre el 20 y el 29 de octubre de 2025 podrían darse las condiciones necesarias para que el fenómeno vuelva a ser visible desde España. Fuente: Adobe Stock.
El índice Kp, que mide la perturbación geomagnética, podría superar el valor 6, umbral que permitiría la expansión del “óvalo auroral” hacia el sur. Aunque la predicción no es exacta, la combinación de cielos despejados, baja contaminación lumínica y orientación norte podría facilitar la observación.
¿Por qué se producen las auroras boreales?
Cuando una tormenta solar lanza una eyección de masa coronal, millones de partículas cargadas alcanzan la Tierra a gran velocidad.
Al entrar en contacto con la magnetosfera, algunas logran penetrar por los polos magnéticos y colisionan con átomos de oxígeno y nitrógeno en la atmósfera superior.
Esas colisiones liberan energía en forma de luz: verde si se produce a unos 100 km de altitud, roja o violeta si ocurre más arriba.
En España, las auroras boreales son un visitante raro, pero no imposible, de media, este fenómeno puede observarse cada dos años, aunque su intensidad y visibilidad varían mucho en cada ocasión.
Las mayores probabilidades de avistamiento se concentran en el norte peninsular y durante el invierno, cuando las noches son más largas y los cielos más oscuros.
En esas zonas, especialmente lejos de la costa y de la contaminación lumínica, se puede llegar a divisar alguna casi cada año. Sin embargo, el clima atlántico juega en contra: las nubes del Cantábrico suelen cubrir el cielo e impiden disfrutar del espectáculo incluso cuando se produce.
Los registros históricos demuestran que las auroras han visitado España en diversas épocas:
En 2003 hubo avistamientos desde Gijón y Valencia; en 1989, en Galicia; y mucho antes, en 1789, los cronistas documentaron una aurora visible incluso desde Barcelona.
En latitudes medias, como España, el verde suele ser el color predominante, aunque con menor intensidad que en las zonas árticas.
La última vez que se observó con claridad en la península fue en mayo de 2024, cuando las luces fueron visibles desde Galicia, Aragón y parte de Cataluña.
Otra toma de la aurora boreal del 10 de mayo de 2024 desde el Observatorio de Torremocha del Jiloca (Teruel). Ambas con gran angular de 24 mm., 15 s. de exposición y 1.600 ISO. Ésta a f/4 y la anterior a f/5.6. El avión va de este a oeste. https://t.co/fFUJa4qiHe pic.twitter.com/XIyzijK6vJ
— Vicente Aupí (@VicenteAupi) May 12, 2024
Pero uno de los episodios más singulares ocurrió durante la Guerra Civil española. La noche del 25 al 26 de enero de 1938, mientras se libraba la Batalla de Teruel, un intenso resplandor rojizo iluminó el cielo. Los soldados de ambos bandos pensaron que se trataba de un ataque enemigo o de un nuevo tipo de armamento, cuando en realidad estaban contemplando una aurora boreal de gran magnitud, una de las mayores tormentas geomagnéticas del siglo XX.
Cuanto más al norte se viaja por Europa, más frecuentes se vuelven estas apariciones. En las Tierras Altas de Escocia pueden verse cerca de 40 noches al año, mientras que en Laponia la cifra asciende a casi 100.
Y aunque su belleza es visual, las auroras también pueden tener sonido: en 2012, investigadores finlandeses confirmaron que, bajo determinadas condiciones atmosféricas, emiten un chasquido eléctrico tenue, similar al crepitar de la electricidad estática o al crujir de hojas secas.
¿Dónde se podrán ver en España?
Aunque el fenómeno depende de factores impredecibles, las zonas más favorables comparten una característica: cielos limpios y escasa iluminación artificial.

Aurora boreal sobre el cielo de Galicia. Fuente: Adobe Stock.
En el norte y noroeste, destacan la provincia de Lugo y la comarca de A Mariña (Galicia), que cuentan con reservas Starlight y excelente calidad de cielo.
En Navarra, los mejores enclaves se sitúan en Lerín (con certificado Starlight), el desierto de las Bardenas Reales -por su baja densidad de población- y el Monte Irulegui, cerca de Pamplona.
En Aragón, los expertos recomiendan la comarca de Gúdar-Javalambre, conocida por su observatorio astronómico, además del Observatorio de Montalbán y la Atalaya de Cubel, en la frontera con Castilla. También Los Monegros y el entorno del Moncayo son lugares habituales de observación por su baja contaminación lumínica.
En Cataluña, se sugieren zonas elevadas del interior, como la Sierra de Montsant o la Sierra de Llaberia (Tarragona), con buena orientación norte y escaso brillo urbano.
Finalmente, incluso Andalucía podría participar en este raro espectáculo si la tormenta es lo suficientemente intensa: se mencionan puntos altos del norte de Cádiz o de Sierra Morena como posibles miradores.
Consejos para observar auroras boreales
Quienes quieran vivir la experiencia de contemplar una aurora boreal sin salir del país deberán combinar paciencia, planificación y algo de suerte. El primer paso consiste en seguir de cerca las predicciones de actividad geomagnética, ya que el fenómeno solo ocurre cuando el índice Kp alcanza valores altos.
Aplicaciones como Aurora Forecast o SpaceWeatherLive permiten consultar este parámetro en tiempo real y recibir alertas cuando las condiciones son favorables.
Así como la propia Agencia Estatal de Meteorología ofrece información y predicciones sobre las auroras boreales, en una sección de su web dedicada al tiempo espacial que se nutre de la agencia estadounidense NOAA.
Elegir el lugar adecuado es igual de importante, las zonas rurales con cielos oscuros -lejos de la contaminación lumínica de las ciudades- ofrecen las mejores oportunidades.
Mirar hacia el norte, desde enclaves abiertos y con el horizonte despejado, aumenta las posibilidades de distinguir el resplandor. También conviene evitar noches de luna llena o cielos cubiertos, ya que la luz o las nubes pueden impedir cualquier observación.
La paciencia juega un papel clave, los expertos recomiendan permanecer en la oscuridad al menos veinte minutos para que la vista se adapte y pueda captar los matices verdes o rojizos que, en latitudes medias como la española, suelen ser muy sutiles.
Además, la experiencia mejora con un buen equipamiento, en octubre, las noches son frías, por lo que es aconsejable llevar ropa térmica, guantes y bebida caliente. Quienes quieran inmortalizar el momento deberían utilizar una cámara con trípode y exposición prolongada, ajustando la sensibilidad ISO y el enfoque manual para captar la luz tenue que a simple vista podría pasar desapercibida.
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