
Cuba se dispone a dar un giro estratégico en la gestión de su principal motor económico: el turismo. El Gobierno ha decidido arrendar algunos de los hoteles estatales a cadenas internacionales, que hasta ahora solo los administraban bajo contratos de gestión. La primera de ellas será Iberostar con uno de sus establecimientos en Varadero, según confirmaron a EFE fuentes al tanto de las negociaciones.
El cambio supone una ruptura con el modelo actual por el que el Estado cubano, a través del Ministerio de Turismo y de distintas empresas del consorcio empresarial GAESA, en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), controla la actividad.
A partir del 1 de enero de 2026, el hotel Iberostar Origin Laguna Azul, en Varadero, será el pionero en inaugurar esta fórmula.
Como publicó HOSTELTUR, durante FITCuba, el primer ministro, Manuel Marreno anunció que tenían previstas “reformas estructurales” para revitalizar el turismo, como por ejemplo el arrendamiento de instalaciones turísticas estatales. Hasta ahora, el antecedente más concreto eran las cartas de intención firmadas con socios chinos para negociar el arrendamiento del Hotel Copacabana en La Habana, una operación divulgada por el diario oficial Granma en abril.
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Según las fuentes consultadas por EFE, la medida persigue un doble propósito. Por un lado, oxigenar las arcas estatales en un momento de crisis profunda, con la economía necesitada de divisas para garantizar importaciones básicas como alimentos y combustible.

Varadero. Fuente: Adobe Stock.
Por otro, otorgar a las grandes cadenas hoteleras un margen de maniobra inédito que les permita mejorar la calidad del servicio y la reputación de sus establecimientos, dañada en los últimos años por el deterioro del país
En la práctica, los contratos de arrendamiento concederán a las cadenas internacionales autonomía plena sobre la operación de los hoteles. Esto incluye, por primera vez, la posibilidad de fijar salarios sin estar sujetos al rígido esquema estatal, que imponía sueldos muy bajos y en moneda nacional. Además de eliminar buena parte de las trabas burocráticas que hasta ahora condicionaban desde la inversión hasta los menús de los restaurantes.
Aunque no se han revelado cifras, las autoridades negocian condiciones individualizadas con cada grupo hotelero, sin baremos comunes ni cuotas estandarizadas. Se trata de experiencias piloto, que podrían extenderse progresivamente a otros hoteles, aunque todavía no existen plazos definidos.
El trasfondo es la crítica situación del turismo en la isla. A diferencia de destinos competidores como Cancún o Punta Cana, que han logrado recomponerse tras la pandemia, Cuba sigue atrapada en la contracción. A las dificultades internas, crisis energética, reforma monetaria, desabastecimientos, se suman las externas, con las sanciones de Estados Unidos como telón de fondo.
Las llegadas internacionales se encuentran en los niveles más bajos del siglo, salvo los años de pandemia. Este 2025 cerrará, según previsiones del sector, en torno a 1,8 millones de visitantes, lejos de los 2,2 millones de 2024 y a años luz de los 4,7 millones alcanzados en 2018, el récord histórico.