
Está muy extendida, en parte con razón, la idea de que Ryanair engaña a los pasajeros al cobrarles porque su equipaje de mano excede las medidas. La razón se deriva sobre todo del espectáculo que se monta en los embarques, francamente lamentable. Que muchos piensen que España debe abordar este asunto por su cuenta está bien; que lo haga el Gobierno es electoralmente fantástico, por mucho que otros incontables abusos queden al margen porque no generan pasiones (Expediente a España por su cruzada contra las low cost).
Está bien porque la política es así: los políticos hacen lo que los ciudadanos demandan y en el tema del equipaje de mano, al menos en España, hay mucho ruido. De ahí la larga lista de sanciones a todas las low cost, que está ahora pasando su filtro judicial.
Sólo hay un problema, que en su momento los propios informes internos del Gobierno indicaban: no hay respaldo legal. Tal como dice el sentido común.
¿Cómo va a ser que siendo Europa un mercado único, en todos los países se pueda limitar el tamaño de las maletas de mano menos en España? Si eso de verdad pudiera existir, acabaríamos con el mercado único porque Italia podría ir más lejos, Francia menos y así hasta volvernos todos locos.
La normativa europea establece que los pasajeros tienen derecho a llevar un equipaje de mano, pero no dice las dimensiones sino sólo que sea razonable. ¿Qué es razonable? No se sabe, pero sí se sabe que no puede ser diferente de país a país.
Francamente, es muy grave, muy impresentable, que nada menos que el Gobierno sea expedientado por Bruselas por inventarse las leyes, por anteponer su deseo de agradar a las masas al cumplimiento del ordenamiento jurídico. Los partidos que apoyan al Ejecutivo pueden presentar en el Parlamento Europeo sus propuestas para legislar en este sentido, pero no pueden descolgarse de la normativa europea porque les apetece.
O’Leary es un bocazas, pero Bustinduy es, como decía el irlandés, un ministro no apto para el cargo. Porque sólo se puede hacer lo que la ley permite, no lo que al ministro se le ocurra. En un país serio esto tendría consecuencias.