
Impactante información la de ayer sobre la campaña de Turespaña a favor de la captación del turismo israelí para nuestro país, en el mismo año en el que el Gobierno ha arremetido con una dureza inusitada e insólita contra la nación israelita y a favor de Palestina (Turespaña firmó este año una campaña para el turismo israelí).
Turespaña ha respondido a este desaguisado, a esta fragante contradicción, diciendo que se trata de la renovación “de cuentas automatizadas para todas las campañas de Turespaña en el exterior”, según Diario de Mallorca. La última promoción fue firmada en mayo.
La respuesta es un insulto a la inteligencia del periodista y de los lectores, o sea de la ciudadanía. O en Turespaña nos toman por tontos o son unos negados. Es decir, y usando un calificativo de Encarnita Montes, unos jumentos.
Turespaña celebra estos días su 40 aniversario. Para ello han tenido la gentileza de invitarnos, aunque de forma cutre. En estas 4 décadas de existencia solo hemos cubierto un congreso, el del año pasado, en el que se puso de manifiesto el enfrentamiento de su director con la secretaria de Estado.
El ente promocional solo ha vivido dos épocas dulces, la encabezada por Manuel Butler y la comandada por Ignacio Vasallo. Turespaña es un fiel reflejo de la deficiente gestión turística de nuestro país: es propietaria de Paradores pero no ejerce como tal y, por tanto, no pinta un rábano.
En Turespaña cohabitan buenos profesionales —ciertamente no de tan buen nivel como hace un par de décadas— pero a veces cometen incorrecciones, decisiones incoherentes y de pura hipocresía como esta de promocionar Israel a la par que se le estigmatiza. Un meridiano retrato de la España actual.
Netanyahu y Hamás se retroalimentan y Sánchez nos mete en ese infierno.