
Hace pocos días, un lector de Preferente decía en un comentario que “hoy todo el mundo quiere viajar por dos duros”, en referencia a que con Ryanair esto se hecho realidad (Ryanair: algo no cuadra).
Es verdad: con Ryanair, sobre todo si no existe la obligación de volar en fin de semana, es posible hacerlo a precios ridículos. 15 euros por un viaje de dos horas, sin equipaje. Esto es verdad.
Obviamente, que esto lo haga la compañía aérea más rentable de Europa nos indica que antes las cosas se hacían mal. O se hacían con costes impresentables. Antes de Ryanair (e Easyjet, para ser justos) volar en Europa era imposible. Las compañías de bandera cobraban lo que podríamos estimar en diez veces más. Y muchas veces con la obligación de pasar una noche de sábado a domingo en el destino porque si no el precio aún era superior.
Esto ha cambiado radicalmente.
Ese comentario del lector venía a cuestionar ese derecho a viajar barato. Pero es que muchos ciudadanos hoy pueden hacerlo. Por ejemplo, todos los que viven en las cercanías de un aeropuerto escogido por Ryanair, como es el caso de Gerona. O el de Orio. O Beauvais. O Ciampino. Desde esos aeropuertos, hay vuelos a precios ridículos.
Madrid, El Prat, Palma o Málaga pueden ser un poco más caros, pero no mucho. Y todo esto se hace sin subvenciones. Ryanair, como otras muchas compañías, tienen subvenciones en aeropuertos como Vigo o Asturias, pero no en los grandes.
Como consumidor, si una empresa quiere ganar dinero ofreciendo oportunidades que el viajero nunca imaginó, qué mejor, qué más positivo. Cuesta mucho entender las críticas. Evidentemente, volar era más barato de lo que nos decía la antigua Iberia o la Air France de siempre.