
Al mismo tiempo que en España, Ryanair ha confirmado el abandono de cuatro aeropuertos de Francia para el invierno. En realidad, la compañía por su cuenta anunció que deja tres aeropuertos, pero hay un cuarto, Beziers, en el que apenas quedarán dos vuelos semanales desde Charleroi lo que, en definitiva, equivale a abandonarlo (Los recortes de Ryanair golpean de lleno a Canarias y Galicia).
La razón para el abandono de estos aeropuertos franceses es similar a la de los aeropuertos españoles: sus costes.
En España, Ryanair ha aducido sobre todo que Aena no es sensible con la necesidad de contener los costes de los aeropuertos pequeños y medianos. Y, a partir de ahí, está habiendo una discusión que, sin embargo, esconde un poderoso argumento de fondo.
¿Por qué Ryanair no se limita a sumar los costes adicionales que cargan los aeropuertos y seguir volando?
En algunos casos, incluso con esos costes adicionales, las rutas probablemente serían rentables. Pero tiene un motivo adicional importante: se niega a perder su identidad de compañía barata. Argumenta que habiendo rutas y países en Europa desde los que puede ofrecer rutas a buen precio, prefiere marcharse.
Los destinos que Ryanair buscará ahora son bien conocidos: Croacia, Polonia, Albania, Rumanía o incluso Suecia, donde el gobierno ha retirado toda la fiscalidad adicional que venía cobrando por razones ambientales. Alemania, por su parte, dijo que va a bajar los impuestos a la aviación, pero aún no lo ha hecho.
Siendo Ryanair la aerolínea de costes más controlados de Europa, las rutas que abandona quedan sin operador porque para los competidores es extremadamente difícil hacer dinero allí donde Ryanair estaba al límite. En otras palabras: si Ryanair se va, nadie la va a reemplazar.