
Pregunta: ¿Qué papel jugó Grupo Piñero en el impulso inicial de la Fundación y cómo ha evolucionado ese vínculo a lo largo del tiempo?
Respuesta: Grupo Piñero impulsó la creación de la Fundación Eco-Bahía en 1999, coincidiendo con la adquisición de su propiedad en Riviera Maya. En aquel momento, uno de los valores naturales más importantes era la llegada de tortugas marinas a la playa, donde se proyectaba construir el complejo hotelero, un recurso invaluable que había que proteger. Así nació la Fundación, con la misión de conservar lo más valioso antes incluso de colocar la primera piedra. Con el avance de las obras del hotel, el residencial y el campo de golf, Eco-Bahía amplió su labor hacia el rescate de flora nativa y la conservación de espacios naturales. Hoy, es una pieza clave de la estrategia de sostenibilidad del Grupo, con programas de educación ambiental, restauración y conservación de ecosistemas. Desde 2023 actúa en República Dominicana y en 2026 tenemos previsto que inicie sus actividades en Jamaica.
P. ¿Cómo se compatibiliza la conservación del entorno con el crecimiento turístico?
R. En Grupo Piñero creemos que la conservación no es un freno, sino el motor de un turismo actual, de calidad y pensado para el largo plazo. Por eso, desde la fase de diseño de cada proyecto trabajamos para minimizar los impactos, integrando la infraestructura en el entorno y preservando sus valores naturales. Cuando los impactos son inevitables, desarrollamos medidas de compensación robustas que permitan restaurar o regenerar los ecosistemas afectados, asegurando su equilibrio y funcionalidad. Además, mantenemos una vigilancia continua durante las fases de ejecución y operación para asegurarnos de que todo se desarrolla conforme a lo proyectado y se cumplen los compromisos ambientales asumidos
La Fundación Eco-Bahía nació para proteger a las tortugas marinas y, hoy en día, hemos conseguido incrementar de manera notable el número de nidadas anuales en la playa de complejo Riviera Maya, aun teniendo 4 hoteles y miles de turistas cada día. Esto nos demuestra que es posible crecer, preservando y regenerando los ecosistemas. Acciones como el rescate de flora nativa, la restauración de espacios degradados y el trabajo de concienciación y sensibilización con comunidades locales son la garantía de que nuestra expansión va siempre de la mano de la conservación del patrimonio natural.
P. El Programa de Protección y Conservación de Tortugas Marinas es el más emblemático de la Fundación. ¿Qué logros destacarías en estos 25 años?
R. Es nuestro programa insignia, no solo por ser el primero, sino por su continuidad e impacto. En 25 años hemos protegido más de 18.000 nidos y ayudado a que más de 2 millones de crías lleguen al mar, este es nuestro gran logro.
Solo en 2024, logramos proteger 1.214 nidos en México y 15 en República Dominicana, liberando más de 103.000 crías. También hemos marcado 125 hembras para su seguimiento científico y registrado el nacimiento de tortugas carey, una de las especies más amenazadas del planeta.
Lo que comenzó como una acción local hoy es un modelo de gestión replicable y un símbolo del compromiso ambiental de Grupo Piñero.
P. ¿Cómo se consigue que los turistas participen activamente en la conservación y qué impacto tiene en su experiencia?
R. La clave está en integrar la conservación en la experiencia de vacaciones. En nuestros hoteles, las actividades desarrolladas junto a la Fundación Eco-Bahía son guiadas por expertos en la materia, capaces de transmitir a cada participante el amor y el respeto que sentimos por la naturaleza. Los huéspedes pueden unirse a eco-rutas, charlas, avistamientos de tortugas y otras acciones de concienciación que forman parte de la agenda de entretenimiento.
En 2024, más de 4.200 clientes en República Dominicana y México participaron en estas experiencias. Esto no solo protege los ecosistemas, sino que enriquece el viaje, dejando a los visitantes con recuerdos únicos y un mensaje ambiental que trasciende sus vacaciones.
P. Más allá del programa de tortugas; ¿cuáles son las líneas de acción más relevantes que ha desarrollado la Fundación?
R. Hemos pasado de proteger una especie a trabajar por la salud de todo un ecosistema. Actuamos en la conservación de áreas naturales, tanto terrestres como marino-costeras, regeneramos espacios y restauramos hábitats, como en Cayo Levantado en República Dominicana.
Impulsamos programas de acción comunitaria, como el Programa SAK en México, con limpiezas de playas y fondos marinos cuyos datos se comparten en plataformas internacionales como Ocean Conservancy. Solo en 2024, más de 13.700 personas participaron en nuestras actividades educativas, desde eco-rutas hasta talleres escolares y charlas comunitarias.
Además, sumamos alianzas estratégicas, como el convenio con AERODOM para proteger zonas de anidación cercanas al Aeropuerto del Catey (Samaná), y organizamos eventos con propósito, como el PGA Riviera Maya, que nos permiten obtener fondos para reinvertir en conservación, restauración y educación ambiental.
Hoy nuestra misión es clara: proteger el entorno, implicar a las personas y generar un impacto real en cada destino donde trabajamos.
P. En relación a esto último ¿qué papel juega la educación ambiental en su estrategia? ¿Cómo se articula en escuelas y comunidades?
R. La educación ambiental es el hilo conductor que une todas nuestras acciones. Creemos que no hay conservación posible sin un cambio real en la forma en que nos relacionamos con la naturaleza, y para lograrlo hay que inspirar, emocionar y enseñar.
Trabajamos con turistas, comunidades locales y colaboradores, pero también con las comunidades educativas como un pilar fundamental. Establecemos acuerdos con instituciones educativas para impactar en estudiantes de todas las edades: desde pequeñas acciones con niños en edades tempranas, que despiertan su curiosidad y respeto por el entorno, hasta programas educativos integrados en competencias curriculares y prácticas formativas para estudiantes de educación media y superior.
Para nosotros, es igual de importante una dinámica sencilla en un colegio infantil como una práctica profesional en un proyecto de conservación, porque la esencia es la misma: lograr esa conexión auténtica con la naturaleza que motive a cuidarla. Al final, educar es enseñar a amarla.
P. ¿Qué papel puede jugar la Fundación como modelo para otros destinos turísticos del Caribe o de otras partes del mundo?
R. Eco-Bahía ha demostrado que turismo y conservación pueden ir de la mano. Nuestro modelo, basado en rigurosidad científica, protocolos claros, alianzas y participación social, es perfectamente replicable en otros destinos con retos similares.
Las entidades de conservación son grandes aliadas de los desarrolladores turísticos, porque cuentan con el conocimiento técnico y la experiencia en campo necesaria para aportar una visión diferente, capaz de anticipar riesgos, identificar oportunidades y diseñar soluciones que permitan promover negocios igualmente rentables y mucho más responsables. Cuando se trabaja de la mano desde el inicio, el resultado es un desarrollo que protege y regenera el capital natural que lo hace posible.
En caso de Ecobahia, formar parte de un gran grupo turístico, como Grupo Piñero, nos permite compartir buenas prácticas con los diferentes negocios y generar redes de conocimiento que trascienden lo local. Y en un contexto donde los turistas valoran cada vez más los destinos sostenibles, este tipo de iniciativas no solo son una ventaja competitiva, sino la prueba de que el turismo es parte de la solución.
P. ¿Cómo visualizas el papel de la Fundación a lo largo de los próximos años?
R. Nuestra visión es clara: ser un referente en conservación en entornos turísticos. Los más de 25 años de experiencia en proyectos de conservación nos sitúan como una de las entidades con mayor trayectoria en el Caribe, y nuestra especialización en tortugas marinas en entornos turísticos nos da una posición única para liderar y diseñar este tipo de proyectos.
Queremos ampliar nuestro alcance territorial, fortalecer alianzas e incorporar tecnologías que nos permitan mejorar el monitoreo y la protección de los ecosistemas.
Pero, por encima de todo, queremos demostrar que el turismo bien gestionado no es una amenaza, sino el mejor aliado de la conservación.