
El ganador turístico del verano ha sido el supermercado. Restaurantes y comercios han coincidido en señalar caídas de distinta magnitud en sus ingresos. El incesante fomento del modelo Airbnb explica este fenómeno, aunque los políticos sigan prometiendo mano dura, pero luego no acaben haciendo nada, y se demuestra la enorme oferta ilegal que aún opera a sus anchas.
El vencedor de la temporada alta, así, ha sido el formato de turismo que menos empleo estable crea, y el que menos contribuye al Fisco en comparación a los demás. Se ha impuesto, por lo tanto, el modelo que detrae hogares del mercado inmobiliario para derivarlos hacia el de corta estancia, que deteriora la identidad y que dificulta la convivencia vecinal.
La duración media del viaje a España este verano ha bajado ostensiblemente, generando más movimientos en aeropuertos, pero menos pernoctaciones. El producto hotelero ha experimentado estos años unas profundas reformas para elevar su calidad, en contraste a otros formatos donde se concentran cada vez más el turista que menos gasta.
Que los supermercados se erijan en los ganadores de una temporada alta es una consecuencia lógica de la promoción de este modelo ‘Airbnb’ por parte de por ejemplo todos los gobiernos como el de Baleares. Sin embargo, y por ello mismo, cabría tomar medidas para revertir este formato, como vienen pidiendo sindicatos y agencias de viajes.