
Inconmensurable pulso el que están echando Ryanair y Aena. Dos monstruos de la aviación frente a frente en una lucha épica. La empresa privada líder contra el monopolio aeronáutico y aeroportuario. Y en medio, el destinatario de todos los males, el pasajero, que como suele ocurrir en estas contiendas, es el que paga el pato (Aena acusa a Ryanair de hacer “chantaje y fariseísmo”).
La compañía irlandesa siempre se ha mofado de todo el mundo. Sí, de todo el mundo: desde las azafatas que se dejaban tocar el culo por el dueño para las campañas promocionales más burdas hasta los usuarios que han permitido las reglas más absurdas solo para pagar menos dinero. Siempre el maldito parné en el eje de la ecuación (Los recortes de Ryanair golpean de lleno a Canarias y Galicia).
Ryanair no es una compañía simpática —pocas los son— sino más bien agria y muy controvertida. La low cost llegó a lo más alto usando métodos espurios, perversos en algunos casos. Las autoridades se lo permitieron y los usuarios lo aceptaron. Ryanair es el daguerrotipo del pasajero, el retrato perfecto de la política y la sociedad.
Ryanair hace ya años que es un monstruo de la aviación. Tiene un consumidor fiel que, por la pela, traga con todo tipo de requisitos, con las agencias se enfrentan a menudo y con las autoridades se ningunean con frecuencia. La polémica es el caballo de batalla de la aerolínea irlandesa.
Hace un tiempo, Ryanair intentó meterle el miedo en el cuerpo a Preferente. Nuestro digital recogió una información de un incidente de la compañía que publicó ABC. En lugar de demandar al diario entonces monárquico litigó contra nosotros. Para abrumarnos, el equipo jurídico apareció con varios comandantes y peritos. La demanda fue desestimada.
Los excesos de Ryanair se los han tomado a risa tanto los que han reído sus extravagancias como los que han sufragado a la compañía de O’Leary. Ahora ponen el grito en el cielo. Qué gran paradoja: los que han engordado a Ryanair han sido las comunidades autónomas con su/nuestro dinero y la propia Aena con su permisividad. Son tal para cual.
Ryanair comete ahora el mayor de los chantajes porque con su laxitud así lo ha consentido Aena. España va como un tiro, pero un tiro que, para desgracia nuestra, nos está saliendo por la culata.