
Aena ha criticado el tono poco cordial de las comunicaciones de Ryanair, pero precisamente para hacerlo el gestor incurre en esa misma falta de amabilidad que le reprocha a la low cost irlandesa (Aena acusa a Ryanair de hacer “chantaje y fariseísmo”).
Las formas pueden ser objeto de debate, y las de Ryanair son conocidas y seguramente reprobables en bastantes ocasiones por cruzar la línea del respeto, pero el fondo es más importante, y con esta respuesta agresiva Aena enfoca el asunto en las maneras antes que en el meollo de la cuestión.
Ryanair tiene en su ADN un modo de expresarse faltón para llamar la atención de la prensa y ahorrar de esta manera en marketing, lo cual le fue de gran ayuda sobre todo en sus inicios cuando no disfrutaba de las ganancias actuales, pero aún así no ha logrado despojarse de esta identidad cultural.
El tema importante, no obstante, no es que Aena critique que Ryanair quiera ganar dinero, pues lo mismo podría decirse del gestor aeroportuario, sino si son acertados sus argumentos, puesto que parece que España ganaría más si pudiera recibir a ese millón de turistas que la low cost se llevará a países competidores, de lo que se embolsará Aena con esa enorme subida de tasas, en una época de plena desaceleración sobre el motor económico español.