
Ana María Jaume ha sido algo más que una compañera leal y luminosa de Gabriel Escarrer Juliá durante 14 lustros: fue la fuerza vivificadora del hotelero español más universal (Fallece Ana María Jaume Vanrell, viuda de Gabriel Escarrer Juliá).
Sí, el alma del empresario turístico más grande que ha dado el turismo de nuestro país porque ella encarnó la esencia vital del líder en su larguísima carrera empresarial (Gabriel Escarrer: “Mi madre es una figura esencial en la historia de Meliá”).
Ana María Jaume, apasionada de las matemáticas, ayudó al principio a su marido cuando este puso en marcha Hoteles Mallorquines con el cuñado de ella, Jerónimo Alberti, casado con su hermana mayor.
Pero el gran apoyo de Ana María Jaume a Escarrer se lo prestó poniéndose al frente de la familia, como madre cumbre de una amplia prole y como esposa cimera que le acompañó en todos sus hitos, que no fueron fáciles.
La mujer de Escarrer solía recordar a sus amigos que ella siempre supo que su marido llegaría lejos porque en el viaje de novios no paraba de mirar las ocupaciones de los restaurantes que visitaban.
“El dueño de este restaurante no tiene futuro con tan pocas mesas”, le comentaba el empresario mallorquín, observador libérrimo, a los días siguientes de la boda, entre iglesias y catedrales de la Península.
Gabriel Escarrer y Ana María Jaume fueron personas muy religiosas, los que más de entre la clase hotelera dirigente de Mallorca y España (también lo es Barceló padre). Creyeron, practicaron y ejercieron el catolicismo lígrimo.
Ana María Jaume Vanrell, mujer de sonrisa fácil, bella por fuera y por dentro (no es una frase hecha) se recorrió todo el mundo al lado de su ser querido y ahora está sentada junto a él allá arriba, pegada como siempre al arcángel del turismo con más agallas.