
Las plataformas turismofóbicas, que por ejemplo en Baleares se organizan en el colectivo ‘Menys Turisme, Més Vida’, han evaporado sus propuestas este año en los dos meses centrales del verano, tras el fracaso de asistencia en la convocatoria del 15 de junio en Palma, tras no reunir ni a 10.000 personas, cuando en 2024 agruparon a unos 15.000 manifestantes el 25 de mayo, y a unos 20.000 el 21 de julio.
En las protestas del año pasado había miembros clamando contra una sensación de saturación que permitieron los gobiernos anteriores, y en la de este coincidieron todo tipo de pancartas, como las del catalán en las aulas, contra los jets privados, por la vivienda y contra el turismo.
Además, los asaltantes de playas no han perpetrado ningún ataque a inocentes en todo el verano, después de un verano con claros síntomas de agotamiento en los emisores y en la oferta complementaria de las islas, con incluso vacaciones para plantillas en plena temporada alta.
El verano de 2025 para los turismofóbicos se ha ceñido así a los de miembros Arran y su vandalismo contra establecimientos de extranjeros y contra la Conselleria de Turismo de Baleares, así como señalar a autoridades y empresarios. Pero la fuerza del apoyo social a sus métodos y proclamas evidencia un inequívoco debilitamiento.