
Usted habrá leído de todo sobre cómo va España en materia de turismo. Los hay que dan a entender hasta que el negocio se ha acabado. Sin embargo, las cifras oficiales provisionales arrojan otro récord: 64 millones de visitantes por vía aérea hasta el 1 de agosto, lo nunca visto antes (Mallorca: los hoteleros plantan cara a la turismofobia).
En julio, sólo en ese mes, hubo 11,7 millones de turistas en España, un 4,3 por ciento más que el año pasado. Desde que comenzó el año, ha habido un 6 por ciento más de visitantes.
Usted también habrá leído que en Inglaterra la imagen de España está por los suelos por las protestas antiturismo. La prensa inglesa, desde luego, ha lanzado mil campañas contra España. Pero no, los ingleses siguen siendo los que más vienen, lo cual es importante, y otra vez aumentan sobre el año pasado, lo cual es aún más significativo. Sólo los alemanes han reducido sus viajes a España, más por su propia crisis que por el destino.
El 23 por ciento de todo el turismo es británico, con un aumento del 4 por ciento; los turistas italianos subieron un 5 por ciento y ya son 1,1 millones, lo cual es muy llamativo porque Italia tiene un producto turístico que bien podría ser comparable al de España.
Francia también aumentó, pero muy poco. El turismo de Extremo Oriente, de menor importancia cuantitativa, se incrementó notablemente.
En cuanto a las regiones españolas que acogen este turismo no hay novedades: Madrid, Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía y Comunidad Valenciana. La noticia aquí es que ha habido un 8 por ciento de aumento de turistas en Valencia.
Esto es compatible con un aumento del 22 por ciento en los precios del alojamiento.