
Un alto ejecutivo de Air Europa fue fichado por una importante cadena hotelera de España allá al inicio del siglo. Se puso a trabajar y a las pocas semanas, como es habitual en estos casos, un compañero le preguntó qué tal había vivido el cambio. El ejecutivo contestó: “Es toda una experiencia ir a un banco a hablar del dinero que tenemos no del que debemos. No me había pasado nunca” (Turkish compra el 26% de Air Europa por 300 millones).
Porque toda la vida, Air Europa y su grupo ha sido una empresa financieramente al borde del precipicio. Y toda la vida se ha salvado en el último momento. Y siempre ha sobrevivido.
Lo cual, debe ser admitido, es un éxito sin comparación. Tal vez no el tipo de éxito que la gente celebra, pero un éxito al fin y al cabo. No existe en el sector turístico y de transportes español una sola empresa con una trayectoria tan surrealista que siga viva pese a incontables traspiés y cuyos propietarios mantengan el control de ella como el primer día. Definitivamente, una vez, quizás dos, se puede atribuir la supervivencia a la buena suerte; hoy hay que empezar a reconocer que estamos ante una saga de prestidigitadores.
Ya el nacimiento de Air Europa fue una carambola con Air Europe, que acabó bien. Ni un euro sobre la mesa y muchas prisas para salir adelante. Y el crecimiento fue bastante inestable, arrastrando deudas y deudas hasta que a finales de los noventa la compañía ya no podía más: reducir flota y plantilla era imposible por los sindicatos, pero con motivo de los atentados de las Torres Gemelas se consintió lo impensable y Air Europa recortó y sobrevivió sin habérselo imaginado.
Así ha seguido siendo siempre, con una mezcla de golpes de suerte (la compra de los 787, por ejemplo, en los que nadie creía y que resultaron un gran negocio para la compañía) y de errores ajenos.
Delitos flagrantes aparte (como los descuentos de residente), la pandemia parecía que iba a ser el fin, esta vez sí, pero ahí está la capacidad de los Hidalgo, suficientemente probada, para sacar dinero de donde sea, en este caso la SEPI o quizás Moncloa.
Todos pensábamos que esta historia había llegado el final en 2019 cuando IAG puso mil millones sobre la mesa y compró. Cuando los Hidalgo tenían que estar plegando velas, con mucho dinero pero en casa, Europa viene al rescate y los Hidalgo no sólo no venden sino que se hacen con 50 millones que IAG puso y que como figuraba en el contrato nunca recuperó.
Ahora, tras la pandemia, cuando ya apenas quedaban cartuchos que jugar, cuando ha habido momentos en los que la liquidez era de días, los Hidalgo consiguen la inversión de Turkish que servirá probablemente para un lustro. Y de nuevo, con toda seguridad, veremos cómo los turcos se pregunten qué han hecho, que se han quedado sin dinero y sin acciones. Pero ya veremos cómo avanza eso.