De forma muy curiosa, muchos ecologistas de Baleares están culpando a los turistas. Nosotros viajamos a Europa, hacemos ferias, imprimimos folletos, hacemos páginas web para canalizar las reservas con facilidad, pero eso no tiene ninguna importancia: el objetivo es atacar a los turistas que son los que han comprado sus vacaciones en Baleares.
En muchas calles han aparecido carteles que invitan a los extranjeros compradores potenciales de viviendas a que se marchen de vuelta a su país, ignorando que no basta con que haya compradores, sino que debe de haber vendedores y nosotros a estos los conocemos bastante bien.
El clima, en definitiva, está enturbiándose respecto de los extranjeros. O más exactamente de los extranjeros europeos. En muchos entornos, la hostilidad es tremenda, como si ellos hubieran sido los que pusieran nuestras casas en venta, como si ellos nunca hubieran sido invitados a alojarse aquí.
El problema es que este clima no es sólo horrendo para el turista, sino que es injusto porque la ira se vierte sobre personas que no tienen responsabilidad alguna en lo que ocurre, que han venido de buen grado, que pretenden disfrutar de unos días de vacaciones sin más.
No es verdad que ese clima sea hoy dominante, incluso es posible que la mayor parte de los visitantes no se enteren, pero si es cierto que el ambiente es desagradable y, para quienes viajan, vergonzoso.
