
Las semanas clave de la temporada alta están mejorando el consumo turístico, tras cierto temor en la época previa. Se estaban registrando cifras bastante por debajo de lo esperado en algunos casos, y los hoteleros lanzaron un aluvión de ofertas. La medida parece haber calado, y se está notando un repunte estos días.
El cambio de hábitos del cliente está postergando hasta casi el límite la decisión de viajar. Tarifar las camas en este entorno es una apuesta de riesgo más que nunca, y los hoteleros han tratado de llevar su órdago a máximos. Pero al atestiguar que todo tiene un límite, han recurrido a lo contrario, con un efecto inmediato.
Esta política comercial, sin embargo, va a afectar a que las escenas de masificación y saturación se vean contenidas respecto a los tres años anteriores. La proyección es que las zonas vacacionales estén casi llenas, pero no desbordadas, y que siga alargándose la temporada con mejores ingresos en los meses intermedios.
La fortaleza del euro ha perjudicado a España, de igual modo que las dificultades para cubrir vacantes, y el disparado absentismo. Turquía, Marruecos y Egipto se han visto beneficiadas por un lapso cada vez mayor entre el precio de sus productos, y una planta hotelera renovada. Lo que está por ver es si la marca turística de España va a salir fortalecida este año o quizás debilitada.